Opinión | Finanzas para jóvenes

Enamorarse de una ministra

Me dicen que escuchar a una ministra (encima, de Economía) en los albores de la medianoche es cuanto menos un acto de amor

Constituirse en biógrafo de la ministra de Asuntos Económicos conlleva ciertos riesgos. Esto de verla todas las noches no solo te permite conocer mejor al personaje, sino también establecer una extraña relación que, en ocasiones, da paso al cotilleo. [¿A ver si estos dos…?]. Y es que poseer un curioso componente genético que me produce falta de agotamiento te teletransporta en horas intempestivas a cualquier rueda de prensa, intervención o foro que se precie: allí está ella, Nadia. « JR: Ministra, buenas noches [NC: Hola José Ramón. Me alegro de verte. Es muy tarde, ¿no te duermes?]. JR: No. Acabo de escuchar a Kristalina Giorgieva y se me ha quitado el sueño. [NC: ¡Ya tienes ganas! No me extraña. Pues yo aquí en otro foro de economía. Son las tres de la mañana, está grabado y colgado en internet, pero bueno… si la gente pincha el vídeo tengo que estar por aquí cerca…]. JR: Ya, entiendo. Bueno ministra, le deseo feliz noche. Yo voy a ver si pego ojo. [NC: Te recomiendo algún vídeo del Sr. Iglesias. Yo me quedo frita en ‘cero coma’]. JR: Muchas gracias. Pero le he dicho que quiero dormir, no tener una pesadilla (risas)».

Me dicen que escuchar a una ministra (encima, de Economía) en los albores de la medianoche es cuanto menos un acto de amor. Pues eso, enamorarse de una ministra. Los ojos como platos, es media noche y estoy con la tablet en la mano: empieza la fiesta.

España sigue en cuarentena. Los indicadores sintéticos adelantados no dan tregua: nuestro país sigue lastrado por el largo golpe a la movilidad. A pesar de soportar la mayor caída de las economías del grupo de países desarrollados, seguimos internamente a la gresca. Después de frenar (momentáneamente) la antireforma laboral, la superministra se encuentra ahora con la intervención de los precios del alquiler sobre la mesa. Otro tomate. Su negativa a manipular las reglas del libre mercado está abriendo una brecha con sus socios de Gobierno. La ministra sabe que lo anterior traería graves problemas de seguridad jurídica, así como un freno a la inversión nacional e internacional. La solución pasaría por que el Gobierno incremente su parque de viviendas públicas para otorgar dignamente un techo a aquellos menos favorecidos; a partir de ahí, la meritocracia, el esfuerzo y el éxito modulará el precio del alquiler. Así, los alquileres más pudientes les pertenecerían a aquellos que más lo merecen, a aquellos que más se han esforzado. Por el contrario, aquellas viviendas con precios de alquiler más bajos serán para los que menos han luchado. Una visión dura pero justa, ya que así debe recompensar la cultura del esfuerzo.

Mientras se dirime esta cuestión, parece que la ministra es de las pocas personas que mejor conoce el comportamiento de nuestra economía. Tras la estrepitosa estimación de los organismos independientes, tanto nacionales como internacionales, para nuestras cuentas del tercer trimestre, hemos vuelto a padecer lo mismo para el último trimestre del año. Banco de España, AIREF, UE, etc. mostraban una flecha roja como escenario más realista para el cierre de ejercicio. Solo el Ministerio de Asuntos Económicos confiaba en la flecha verde. Finalmente, el crecimiento arrojó un punch del 0,4% de subida, eso sí, aún pendiente de corregir por el INE. Nadia C. se muestra cauta porque, tal y como adelanta el INE, la dificultad inherente a la medición estadística de un cambio de coyuntura como el vivido en los últimos tiempos hace prever que las futuras revisiones de estos datos adelantados puedan ser corregidos con una magnitud mayor de la habitual. Los datos revisados aún podría dejar la evolución del último trimestre en números rojos. Esperemos que no.

Así las cosas, nuestra abrupta caída en el ejercicio 2020 (un 11%) deja una lectura agridulce. Hemos contenido la emisión de deuda dejándola al cierre del ejercicio algo más de 3 puntos por debajo de lo estimado (117,1% del PIB), ya que las estadísticas situaban nuestra deuda por encima del 120%. Haber sobrepasado esa cota hubiese supuesto del orden de los 35 mil millones más drenados en nuestra economía que, descontado el efecto ahorro, hubiesen elevado el consumo y la inversión. El PIB habría descendido a un solo dígito (9,8% aprox.) en el conjunto del ejercicio y no a doble dígito como ha sucedido (11%). A estas alturas, la honestidad no tiene premio, más allá del impacto en la economía de los retrasos en algunas medidas y de la falta de planes concretos durante esta pandemia.

Con todo, la actualidad pasa por aprobar el nuevo paquete de 11 mil millones que planea el Gobierno. Su aprobación se anuncia para hoy, no sin antes presenciar el guirigay correspondiente entre los socios de Gobierno (nada nuevo). En esas, el Banco de España ha cuantificado en 225 mil millones las necesidades de liquidez de nuestras empresas (’empresas zombis’ incluidas). Así que, si las empresas que superan el concurso de acreedores rondan aproximadamente el 7% de las que visitan los Juzgados de lo Mercantil, quiere decir que, de la liquidez total necesaria, solo hay que prever una cantidad que cubra ese porcentaje. Para tal fin, el Gobierno se ha plantado en los 11 mil millones, cantidad que podría ser suficiente (según estos cálculos) para salvar a las empresas con modelos de negocios viables carentes de solvencia actual. El problema estaría en localizar a estas empresas y distinguirlas de ‘las zombis’. El aplazamiento anunciado de la situación de insolvencia daría más plazo para canalizar los fondos e identificar a aquellas empresas aún con respiración frente a las que ya están asfixiadas. Además, también podrían acabar pasando por los juzgados durante esta nueva moratoria solo aquellas empresas que (sin haber sido agraciadas con nuevos fondos o, de recibirlos, fuesen insuficientes) verdaderamente necesiten el instrumento concursal por cuanto son entidades viables. Así, esta moratoria evitaría que ‘las zombis’ ralenticen los juzgados y que arrastren inexorablemente a las viables.

Pese a lo anterior, no queremos agonizar. Deseamos que el Gobierno acierte cuando inyecte los fondos y, mientras tanto, que aumenten los ritmos de vacunación en la búsqueda de una mayor movilidad e interacción: nuestro pulmón. Yo, entre tanto, seguiré viendo a la ministra por las noches, aunque… hasta que no consolide la senda positiva, mi ministra se llama Rebeca y mis secretarias de Estado, Berta y Ane. Lo siento ministra, por ahora solo amigos. + Responsabilidad = + Economía.

José Ramón Sánchez es profesor de Finanzas de la Universidad de Málaga.

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