Opinión | Memorias en blanco y negro

1848: Las Reglas de Cambridge

Desde sus más ancestros orígenes allá por el año 1170 y aunque resultó ser un proceso lento, la jovialidad fue llegando al mundo del fútbol. Lentamente se fue dejando atrás aquella brutalidad que mediaba entre sus contrincantes, y que en ocasiones incluso llevó a alguno de ellos a la mismísima tumba por exceso de ego de algún que otro rival.

Y así fue como comenzaron a surgir los primeros códigos de ética y buena conducta sobre un terreno de juego con la finalidad de regular, en cierto modo, los «derechos y deberes» de jugadores y equipos. Fue en Cambridge en el año 1579 donde se sitúan los orígenes de una serie de normas que deberían de respetarse entre adversarios. Desde entonces hasta mediados del siglo XIX, cada equipo de la zona disputaba sus partidos con su propio juego de reglas previamente consensuadas con su rival.

Pero el epicentro real de la creación de un reglamento global que unificaría unas mismas pautas de conducta en el fútbol, se sitúa en la Universidad de Cambridge en 1848. En concreto se atribuye tan honorable distinción a los estudiantes Henry de Winton y John Charles Thring, quienes redactarían el llamado «Código de Cambridge». Aquellos apasionados jugadores de football contaron con la participación de otros estudiantes de las escuelas de Winchester, Shrewsbury, Harrow, Eton y Rugby, quienes con buen criterio acataron la propuesta de ambos, tras la reunión celebrada en el Trinity College de Cambridge, dejando constancia de ello en un valiosísimo documento.

Aquella propuesta no solo serviría para marcar unos criterios unificados entre los estudiantes que practicasen el football, sino que 15 años después, en 1863, las reglas de Cambridge fueron tomadas como base para la creación de las Normas de juego que regiría la propia Football Association, a la hora de elaborar el primer reglamento oficial de la historia del fútbol. «Las Reglas de Cambridge parecen ser las más adecuadas para ser adoptadas por la Asociación», relató Charles Alcock, miembro del comité de la F.A.

Básicamente, las únicas diferencias entre unas y otras, radicaron en que las reglas de la F.A. ya «no» permitían el juego brusco y la utilización de las manos, mientras que las reglas de Cambridge habilitaban la utilización de las manos para poder controlar el balón.

Una vez establecido el reglamento, y con la idea de que llegasen al mayor número de practicantes posibles, se fueron clavando cuartillas en los árboles de Parker’s Piece, un amplio parque de la ciudad que habitualmente era utilizado para los juegos populares. Fue allí precisamente donde se disputaría el primer partido siguiendo las nuevas pautas de conducta acordadas.

Con el paso de los años y viendo la enorme importancia que adquiriría el fútbol en la sociedad inglesa, los habitantes de Cambridge colocarían una placa en el citado parque, en la que se venía a leer lo siguiente:

«Aquí en Parker’s Piece, en la década de 1840, los estudiantes establecieron un conjunto de simples reglas de fútbol enfatizando habilidad sobre fuerza, que prohibieron atrapar la pelota y zancadillear. Estas reglas de Cambridge fueron la influencia definitoria de las reglas de 1863 de la Football Association».

Lamentablemente no se conserva copia alguna de aquel valioso documento, pero sí que existe una copia de las reglas de 1856 en la biblioteca de Shrewsbury School, en las que se muestran alguna evolución respecto a las de 1848. En ellas se aprecia que el Juego estaba regulado de una manera más moderna y ordenada. Crearon las normas del inicio del partido, la definición de los resultados, la reanudación del encuentro tras un gol, se regularon los saques de banda y los de puerta y se condicionó el uso de las manos tanto para jugar el balón como para empujar o sujetar a los jugadores contrarios.