Opinión | La Cuaresma de la pandemia

¡Disidentes!

Fotograma de la película La vida de Brian, durante la asamblea del Frente Popular de Judea

Fotograma de la película La vida de Brian, durante la asamblea del Frente Popular de Judea / L. O.

La vida de Brian es el tercer largometraje del grupo cómico británico Monty Python. Estrenada en 1979, es una divertídísima película que trata la historia de un judío que nace el mismo día que Jesucristo y, ya de adulto, es varias veces confundido con él. Está, de hecho, ambientada en la Palestína del siglo primero. De un surrealismo delicioso, como suele ocurrir, la crítica no fue justa con ella pero, con el paso de los años, se ha convertido en un film de culto. No sé si se podría rodar algo parecido en nuestros días, ya que podría ser considerada sacrílega, o cuanto menos, obscena. Ya pasó en su día cuando los primeros productores se negaron a financiarla. 

La trama destila humor, pero también parodia el dogmatismo, la intolerancia y el sectarismo y muestra además enfrentamientos entres iguales, aparentemente, y divisiones internas. ¿Les suena? Los mejores gags, y puede que los más célebres, son los que están protagonizados por el Frente Popular de Judea (FPJ) y su pugna fraticida con los disidentes del Frente Judaico Popular (FJP). Entre las carcajadas por el amigo Pijus Magnificus de un inventado Pilatos con frenillo o las pintadas 'Romani ite domum', hay una escena mítica.

¿Qué han hecho los romanos por nosotros?, se preguntan en una asamblea. 

Los romanos hicieron el acueducto. Y el alcantarillado, ¿te acuerdas cómo olía antes la ciudad? Y las carreteras. La irrigación. La sanidad. La enseñanza. Los baños públicos. El vino... y ahora se puede salir de noche sin peligro, dicen los antiimperialistas de la película, que en el fondo, no pueden dejar de reconocer todos los logros y beneficios que, a pesar de sus reproches y condenas, les ha reportado la ocupación. 

Imaginen por un momento que no se trata de una reunión de zelotes, sino de cofrades que conspiran en torno a un café con churros o tostadas o una cañita con tapa de aceitunas o rusa. ¿Qué ha hecho esta junta de gobierno por nosotros? Se puede establecer un claro paralelismo.

  • Han restaurado a la Virgen.
  • Evidentemente, eso no hay que mencionarlo. Pero aparte de haber restaurado a la Virgen, ¿qué ha hecho esta junta por nosotros?
  • El manto nuevo.
  • Una candelería de plata.
  • La nueva túnica del Señor.
  • Han aumentado la labor social.
  • Nuevos hábitos de nazareno.
  • La mejora en las comunicaciones y la transparencia.
  • Todos los actos del centenario de la hermandad.
  • De acuerdo, pero además de haber restaurado la Virgen, el manto nuevo, la candelería de plata, la nueva túnica del Señor, aumentar la labor social, los nuevos hábitos de los nazarenos, la mejora en las comunicaciones y la transparencia, o los actos del centenario de la hermandad... ¿qué ha hecho esta junta de gobierno por nosotros?

¿Y qué más? 

Puede que la clave de esta conversación ficticia que por supuesto nada tiene que ver con ninguna realidad... esté precisamente en ese "nosotros" de la pregunta. ¿Quiénes son esos nosotros? ¿No será que cuando dicen nosotros, utilizando ese falso plural mayestático, en realidad se refieren a ellos, puede incluso que a solo unos pocos desmemoriados? ¿Será que están pensando en sí mismos en vez de en la institución y su estabilidad? ¿Anteponen el amor al cargo que tienen o tuvieron al que dicen sentir por los sagrados titulares? ¿No querrán decir realmente que esta junta ha acabado con esos privilegios y prebendas acumulados durante años y por eso ninguno de los logros obtenidos parece suficiente? ¿Dónde queda el altruismo y la vocación de servicio generoso si cuando se lleva a cabo cualquier trabajo o función se hace pensando en obtener algo a cambio?

Disidentes así hay en todas partes y en cualquier ámbito social. Pero las cofradías, en teoría al menos, deberían ser otra cosa. Porque aunque pueda surgir la disparidad o el conflicto, algo que se entiende lógico entre personas, lo que debería distinguir a los cofrades, como cristianos inspirados por el Evangelio, es la forma de resolverlos. Pero a veces, propiciar una regeneración de ideas, actitudes, espíritu y formas de actuar no está bien visto. Ni creer en el mérito. O en el sentido común y en el sentido de las cosas. O en la liturgia. O en el orden y el modelo. Se termina imponiendo el ¿y de lo mío qué?

Como decía Brian en el circo romano: "¡Compren mientras están calentitos!"