Opinión | El Copo

Yo también fui tránsfuga

Con motivo de las mociones de censura presentadas en las comunidades de Murcia y Castilla-León se ha hablado y escrito muchísimo sobre el transfuguismo político. Habría que tener en cuenta que el parlamentario, a pesar del pacto anti-transfuguista que se ha firmado entre distintos colectivos políticos, no está sometido ‘a mandato imperativo’, o sea, el escaño es del parlamentario y no del partido político por el que consiguió el acta.

Manuel Clavero, con motivo de la autonomía andaluza, dejó su escaño de UCD por estar en contra de la deriva centrista, y se fue al Grupo Mixto; un servidor de ustedes y de la verdad, hizo lo mismo un mes después al saber que el partido de Suárez no estaba dispuesto a modificar la Ley de Referéndum Andaluz.

Clavero intentó más tarde crear un nuevo partido andaluz, Unidad Andaluza, pero fracasó en su intento al fallarle la financiación del mismo. El que esto escribe optó por integrarse en el PSA-Partido Andaluz, y con el camello a cuestas atravesó el desierto hasta que ese germen de Andalucismo murió entre las guerras cainitas del pequeño colectivo andalucista.

Por dejar UCD e integrarse en el Grupo Mixto, Clavero fue premiado, poco tiempo después, con el honor de ser Hijo Predilecto de Andalucía, más todavía, hace muy poco se ha creado la Medalla que lleva su nombre para reconocer al andaluz de pura cepa.

Un servidor tenía casi totalmente olvidado este tema, pero tomando el otro día una copa, entre estrictas medidas de seguridad, alguien me recordó mi época de tránsfuga.

Pues sí, así fue, así es y así será la forma de escribir la historia de uno y otro.

Algo me salva, ese algo es la medallita de la Virgen del Carmen que me regaló hace más de setenta años mi santa madre.