Opinión | TRIBUNA

Mundo Twitter

Twitter acaba de cumplir quince años convertida en la cenicienta de las redes sociales. Muy lejos de la reina madre, Facebook, que acumula más de 2.700 millones de usuarios en todo el mundo, Twitter aparece en el furgón de cola de las aplicaciones y plataformas de mayor uso global, con 353 millones de seguidores, superada por YouTube, Whatsapp, Instagram, TikTok o incluso LinkedIn. Y sin embargo es la red social por excelencia, la que genera polémicas y titulares, la que buscan los políticos en busca de gloria efímera y los periodistas que ya no pisan las calles para escribir sobre lo que pasa en el mundo. La conversación ocurre en Twitter.

Hay dos grandes hallazgos de Twitter que han contribuido a este papel protagonista en el debate público. El primero fue el hashtag (almohadilla: #), que permite etiquetar mensajes y focalizar la conversación hacia un asunto concreto, arrastrando a seguidores, curiosos y oportunistas. El segundo es el concepto de trending topic, que establece lo que es tendencia, el tema de moda. Dos poderosas contribuciones que han llegado para quedarse en los usos y costumbres de la sociedad.

En España, por ejemplo, un reciente informe de The Social Media Family revela que Twitter apenas supera los 4 millones de usuarios -frente a los 22 millones de Facebook, los 20 de Instagram o los 14 de LinkedIn-, pero los breves y ácidos mensajes intercambiados en esta red son capaces de conseguir titulares de prensa, portadas de informativos y decenas de miles de reacciones, a favor o en contra. Algo tendrá esta red cuando Donald Trump movía con ella el país entero a su antojo, o cuando un estudio reciente de la London School of Economics, firmado por Giancarlo Summa, reprocha nada menos que al Secretario General de la ONU su escaso uso de Twitter, por donde campan a sus anchas los líderes políticos globales que más amenazan la democracia liberal.

Twitter es sencilla, inmediata, visceral, espontánea. Se alimenta de la indignación. Permite el anonimato, siempre cómodo y propulsor de la sinceridad. 140 caracteres -280 desde hace un tiempo- pueden llevarte a la gloria de la fama, mediante los venerados likes, la nueva medida de la riqueza. Eso la convierte en una red fieramente humana. En Twitter existe todo lo que ya existía antes de Twitter: el ruido y la furia, la jauría humana, la hoguera de las vanidades. El verso exacto de Blas de Otero dice: «esto es ser hombre: horror a manos llenas». Nada es menos ajeno al ser humano que el horror, por mucho que finja rechazo, desprecio, asco.

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