Opinión | Málaga Solidaria

Gabriel Ostroveanu

Toca devolver toda la ayuda recibida

Escribo estas palabras mirando al Mediterráneo, desde la habitación de la residencia algecireña en la que me encuentro confinado. Apenas resta ya una semana para confirmar que estoy libre de Covid-19 para iniciar una nueva etapa junto al resto de hombres y mujeres mayores con los que conviviré a partir de ahora, tras casi una década en Málaga. Un tiempo donde me hice uno más de esta bella ciudad, por la que sumé incluso a mi condición de rumano la nacionalidad española y ‘malaguita’, si me lo permiten.

Al recordar mis comienzos en Málaga me vienen a la cabeza algunas de las personas que más han influido en mi vida, que creyeron en mí y confiaron incluso más que yo en mi capacidad por salir de la situación de sinhogarismo en la que me vi inmerso a causa de mis problemas con el alcohol. Si hoy puedo decir feliz que estoy plenamente insertado en la sociedad, como un ciudadano más, convencido de lo mucho que puedo aportar a los demás, es gracias a la labor de Ana, trabajadora social del Centro de Acogida Municipal, y al equipo de la Asociación Arrabal-AID que me acompañó todo este tiempo, con Beatriz, Esther y Julio, como cabezas más visibles de un grupo al que considero mi propia familia.

A toda esta buena gente que me ayudó a levantarme cuando estaba en el suelo y no tenía nada, quiero decirle que sus enseñanzas me han resultado muy útiles. Me siento realmente preparado para afrontar este nuevo desafío, con los conocimientos y herramientas necesarias para desarrollar un proyecto de vida personal y el convencimiento de que es ahora cuando toca devolver toda la ayuda recibida. Ahora seré yo quien con una sonrisa y ganas de escuchar a los demás intentaré llevar un poco de alegría y felicidad a otras personas que por razón de su edad o enfermedad sufren de soledad y desilusión, dos grandes males de nuestra época.

También quiero enviar un mensaje a otras personas que atraviesan momentos difíciles en su vida: Nunca hay que rendirse, por duro que sea. Es importantísimo tener claro que lo fundamental en la vida es la capacidad de seguir aprendiendo, de dedicar tiempo a conocerse y conocer a las personas que caminan a nuestro lado. Esta mezcla de esfuerzo, interés y confianza en uno mismo siempre da resultado. En mi caso, no sólo fui capaz de dejar mi adicción sino que creo, como me decían en la Asociación Malagueña de Alcohólicos Rehabilitados (AMAR), que me convertí en un ejemplo para otros muchos de que de verdad se puede salir de ese pozo. Incluso, y a pesar de rondar los 60, dos veces encontré trabajo y pude independizarme del piso de acogida gracias al apoyo y acompañamiento de la Asociación Arrabal-AID y proyectos de inclusión como ‘Puente hacia el Empleo’ de ‘En Acción’ - Bankia, que se adaptaron a mis circunstancias para ser realmente eficaces en la lucha contra el paro.

Ya lo saben. Si alguno de ustedes pasa por Algeciras, aquí encontrarán un malagueño más dispuesto a escucharles, contento de poder devolver de esta forma tan sencilla y desinteresada toda la ayuda recibida.