Opinión | Málaga solidaria

Esperanza para los más pequeños

La actual crisis que atravesamos nos ha afectado a todos, pero especialmente a las familias vulnerables con menores a cargo. Cada vez son más las personas que llaman a la puerta de Málaga Acoge pidiendo ayuda porque no tienen para dar de comer a sus hijos o simplemente porque no tienen para comprarles una libreta para que puedan hacer los deberes del cole.

Acostumbradas a atender a las familias en riesgo de exclusión social y más desfavorecidas, actualmente, con la situación social y económica que tenemos encima, nos encontramos que el perfil de las familias ha cambiado y que ya no sólo llegan personas migrantes vulnerables, sino que se suman familias malagueñas, que hace unos meses contaban con unas buenas condiciones de vida, y que hoy en día han sido azotadas por el desempleo o la precariedad laboral producida por las situaciones de ERTE.

En Málaga Acoge llevamos muchos años ejecutando el programa CaixaProinfancia de la Fundación ‘La Caixa’ contra la pobreza infantil, cuyo objetivo es romper el círculo de la pobreza que se transmite de padres a hijos y ofrecer a los más pequeños unas oportunidades de futuro.

Mediante este programa, todas las personas profesionales que lo implementamos trabajamos para conseguir favorecer el desarrollo de las competencias de los niños y adolescentes, así como de sus familias, con el fin de permitir mejorar sus procesos de integración social y autonomía, promover el desarrollo social educativo de la infancia y adolescencia en su contexto familiar, escolar y social. Buscamos desarrollar e implementar un modelo de acción social y educativa integral que contribuya a mejorar las oportunidades de desarrollo de la infancia y contribuir a sensibilizar, así como a movilizar a la sociedad para la erradicación de la pobreza infantil.

Actualmente, intervenimos con 103 familias de las zonas de Casco Histórico y Trinidad-Perchel de la ciudad de Málaga, con hijos entre 0 y 18 años en situación de pobreza y exclusión social. Contamos con un gran volumen de familias que se encuentran en lista de espera para poder entrar al programa y que no podemos asumir debido a que no disponemos de capacidad suficiente. Les ocurre al resto de entidades de las distintas zonas de la ciudad que lo llevan a cabo, debido a que la demanda de ayudas cada vez crece más.

Intentamos impulsar el desarrollo de los más pequeños con el objetivo de garantizarles unos referentes sólidos para su futuro y un nivel de bienestar adecuado que favorezca su crecimiento y su formación. Lo hacemos a través de unos servicios pro educación basados en actividades de refuerzo educativo y ayudas económicas de equipamiento escolar, centros abiertos, actividades de verano y campamentos y talleres educativos familiares. También contamos con servicios pro salud de los menores, como son las ayudas económicas de alimentación e higiene infantil, de gafas y audífonos o las sesiones de apoyo psicológico.

Me parece importante hacer una especial mención a las brechas de participación laboral por género, ya que la mayoría de las personas que citamos a través de este programa son madres desempleadas encargadas de los cuidados tanto de sus hijos como del hogar, cuyos maridos son los encargados de sostener económicamente a la familia. También apoyamos a mujeres que cuentan con muy baja cualificación profesional y que se encuentran realizando trabajos muy precarios.

Con la cifra de familias que tocan nuestra puerta y las diferentes situaciones que nos encontramos me da pena cuando escucho opiniones de personas que siguen diciendo que la pobreza es un problema individual en lugar de estructural y que los pobres «son pobres porque quieren». Ojalá en España consigamos superar esta idea. Mientras tanto, seguiremos trabajando para transformar las estructuras reales que condicionan las desigualdades.