Opinión | Marcaje en Corto

Una nueva era para el deporte en la provincia

Alejandro Davidovich, en el AnyTech365 Andalucía Open

Alejandro Davidovich, en el AnyTech365 Andalucía Open

Es hora de dar paso a nuevos talentos, a jóvenes con ganas de comerse el mundo y de bordar con letras doradas sus nombres. Lo decía esta pasada semana a través de estas mismas páginas todo un campeonísimo como Borja Vivas, lanzador de peso malagueño que durante toda una década ha ocupado la cima nacional de su disciplina deportiva.

Tiene decidido «colgar la bola» cuando acabe esta temporada. Es evidente que su retirada va a poner fin a uno de los mejores puntales que haya conocido en décadas el atletismo malagueño. Como seguro que marcará un antes y un después para el deporte provincial ese día (ojalá que aún tarde mucho en llegar) en el que la también malagueña Carolina Navarro, reina durante décadas del pádel internacional, opte por abandonar las pistas.

Podríamos hablar de un club selecto de héroes que han crecido al calor de la Costa del Sol y al que seguro que tomarán el relevo nuevas estrellas. Pero qué difícil se nos hace, por ahora, imaginar trayectorias tan asentadas en la elite internacional como las ya mencionadas o las que representan, en kárate o triatlón X-Terra, respectivamente, el torremolinense Damián Quintero y el rinconero Rubén Ruzafa.

Cuando todos ellos hayan cedido el testigo a sus más aventajados pupilos seguro que nos costará muchísimo menos tomar consciencia de lo que han representado para Málaga. Porque no sólo han sido privilegiados embajadores de una tierra que de por sí ya gana fanáticos a millones cada vez que se abre una sombrilla, sino que también han lucido con orgullo su lugar de origen cada vez que han tomado la palabra.

Sería injusto no mencionar a tantos y tantos nombres propios que en disciplinas minoritarias, individuales o por equipos, también han inscrito sus nombres en letras doradas durante las últimas décadas. Pero permítanme haber reducido al máximo la lista, basándome en esos títulos de Andaluces de Oro que hasta la pandemia otorgaba con los últimos rigores del invierno nuestra Federación de Periodistas Deportivos de Andalucía.

En esos premios que durante la última década también se concedieron en sedes de la provincia como Málaga capital o Torremolinos han tenido desde siempre cabida las competiciones colectivas. Entre los equipos de oro fueron laureados, por supuesto, tanto aquel Málaga CF de cuartos de final de Champions como el Unicaja que conquistó títulos continentales.

Justo en este apartado también se nos viene una nueva era. Porque si el conjunto blanquiazul se ha visto obligado a reconfigurarse como una de las entidades con menor presupuesto de toda la Liga SmartBank, el equipo cajista reza en este momento para que la entidad bancaria siga sustentándolo y no se vea obligado a abandonar la elite del baloncesto nacional.

No seremos nosotros, aún siendo privilegiados espectadores y fieles defensores del deporte malagueño, los que digamos que lo que esté por venir será mejor o peor de lo que hubo hasta ahora. Vean por ejemplo cómo el cuadro de Martiricos ha sabido remar hasta acumular 13 victorias, una más que derrotas, en tan complicada temporada. Su receta no ha sido otra que la de compensar la falta de liquidez con hambre de laureles y mucha savia nueva con ADN malagueño.

Posiblemente tenga que reconstruirse el Unicaja sobre esos mismos cimientos, si es que la entidad bancaria opta definitivamente por dejar de pasarle la bola. Que el volumen presupuestario sea inferior no tiene necesariamente que desfondar en la tabla a un club. Eso sí, no sólo harán falta los Pellicer y Gaspar, sino que deberán recibir una plena y absoluta confianza.

El resto lo pondrá la mejor materia prima de esta tierra: la afición. Porque en esta nueva era, tras más de un año con las gradas vacías en La Rosaleda y el Martín Carpena, estoy seguro de que nuestras voces se van a escuchar más lejos que nunca.