Opinión | Tribuna

Manual de conveniencia

En política, las convicciones pueden ser profundas pero no definitivas, dice el dicho... o el bicho... no sé realmente quién lo dijo; eso sí, la habilidad de arrendar un relato ajeno a la tradición (la propia) también tiene su aquel. A propósito de la fraternal discrepancia en el liderazgo del PSOE-A, quienes ayer miraban a las bases desde el censo, ahora se erigen como su candidatura legítima; igual trato a quienes representan a la militancia ante la ciudadanía aportando su voz y dando siempre la cara: sus representantes locales en los Ayuntamientos.

La base, los cimientos de una organización de este género (para los alejados de los entresijos de los partidos) son quienes pagan la cuota, los administrados, digo los contribuyentes sentimentales, ideales o reales, según el caso. Y en aquellos partidos donde todos cuentan por igual (un afiliado un voto), ellos tienen mando en plaza, y mucho, cuando llegan las urnas.

Los afiliados viven en pueblos y ciudades, en calles y barrios, en urbanizaciones y en el campo, te los cruzas por la calle, en las colas del súper, en la ventanilla del banco. Ellos son como tú, un hombre o una mujer normales, con todos sus complementos. No hay que nombrarlos en vano.

El candidato de las bases en el socialismo andaluz será el que esté cerca de la gente, el que conozca sus inquietudes y angustias, sus emociones. El que apueste por el cambio y no por el recambio; aquel que crea que esto no va de querer más a papá o a mamá, sino de continuidad o de innovación. El melón lo abrió un señor de Jaén que también fue concejal en Bailén, para madurar en Sevilla antes de que lleguen los calores del verano y se dilaten en exceso las emociones.

Hay un runrún municipalista que suena bien. Más base que eso es imposible. La idea de potenciar la aldea global también en el ámbito orgánico se antoja interesante para quienes creen en la fuerza de la militancia y en la necesaria proximidad de esta a sus cuadros (dígase aquel que manda algo en los partidos por haber sido elegido por sus compañeros de carnet para alguna responsabilidad orgánica o institucional).

No hace mucho, insistía en el abandono que sufren muchos alcaldes y alcaldesas socialistas en Andalucía; ni contar la que padecen los ediles que están en la oposición, amén de que a algún portavoz se le ocurra opinar diferente al aparato local, provincial o regional. Le cierran la sede, digo, la boca, a cal y canto. Todos ellos son lo más cercano al sentir de las bases y de la ciudadanía. Luego hay que contar todos los votos.

Que el PSOE de Andalucía abrace de nuevo el municipalismo sería una poderosa palanca para la iniciativa y la recuperación. Progresar hacia una nueva etapa de alternativa a lo existente (el gobierno andaluz) diseñando políticas que devuelvan la esperanza de una Andalucía de los pueblos y de las ciudades que emocione a los afiliados como miembros de la comunidad, que serán quienes den el primer paso con su voto en primarias, pero también a toda la ciudadanía en unas elecciones autonómicas para las que a los socialistas, huérfanos hoy, urge un candidato.

En un partido vivo “todo cambia, cambia lo superficial, cambia también lo profundo”.