Opinión | El palique

Gaviotas indecisas

Gaviotas indecisas

Gaviotas indecisas / Jose María de Loma

La ciudad se ha cansado de la primavera y ensaya una jornada invernal. El paseante ve de nuevo alguna bufanda, atisba paraguas, vislumbra abrigos. Muchachas que habían desenterrado las chanclas lucen hoy botas y botines y el jersey de cuello alto que bien luce un conocido del cronista da sensación de confort. A veces nos abrigan o dan calor las prendas que llevan los demás. De Tierno Galván se cuenta que era atérmico, siempre, nevando o en la canícula, igual: camisa, chaqueta y corbata. Hay nubes como a la inglesa, nubes gordotas, violáceas, neblinosas tal vez. A la vera de la mar, un lejano carguero parece navegar entre brumas. Tal vez vaya cargado de adjetivos, con destino a un país pandemiado de adverbios, de economía sustantiva o gobernado por la voz pasiva. La pregunta es dónde tomar café. La feliz hora de los desayunares. En una esquina, una pequeña cafetería sin pretensiones ha sacado una sombrilla que protege una mesita. Con dos sillitas. Se podría llamar ‘Cafetería el diminutivo’. Pido café grande y se me antojan galletas inopinadamente. Ya nadie pide galletas en las cafeterías, que se han decantado por los bocadillos, los bollos y cruasanes. Del vasito de agua siempre se olvidan. Este, el del vasito, es el aforismo mejor que tengo hoy. Podría dar título a un librito de frases, del vasito de agua siempre se olvidan. El paseante va condenado a continuar su observación con la boca seca. No estropajosa, no era malo el café, pero sí sequerona. Más aún con la mascarilla. O es el frío o es mi imaginación pero hoy las que veo son más oscuras. Las mascarillas. Un señor con gorro de lana pide limosna. Un hombretón pasa a mi lado hablando por teléfono. Está mandando a la porra a alguien, pero es un mandar templado y suave, incluso educado, no airado. Me fijo en su depósito de paciencia y, efectivamente, lo lleva en la reserva. El mío está a medias, pero no veo ningún surtidor cerca y calculo que tendré bastante para hacer el camino de vuelta. De vuelta y media no. Sopeso coger un autobús, pero solo lo sopeso para emplear el verbo sopesar, que está algo caído en desuso. Será de lo que pesa. Cinco mil pasos y fresco mitigado. Gaviotas indecisas.