Opinión | El Palique

Presión por goteo

Juan Espadas y Susana Díaz.

Juan Espadas y Susana Díaz.

No pocos secretarios generales de agrupaciones socialistas, o las agrupaciones por unanimidad, se van decantando por aprobar resoluciones en las que se afirma que el PSOE andaluz necesita una renovación. Ya ha pasado en Jaén, Torremolinos, Vélez, Cártama, Carretera de Cádiz y un largo etcétera. Y si no es largo es etcétera, por lo menos. Quieren echar a Susana Díaz. El candidato preferido de ese cóctel que forman renovadores, arribistas, pedristas de buena fe, sanchistas de todo pelaje, conversos, damnificados de Susana o sinceros vanguardistas, de todo hay, es Juan Espadas, alcalde de Sevilla. Espadas quiere un traje a medida, una aclamación por goteo, unas primarias ya. Qué perezón debe darle recorrer y recorrer agrupaciones. No dar pasos en falso es también su intención. Díaz resiste, recorre Andalucía, testa lealtades, asiste a traiciones y promete. Va camino de ser la candidata de las bases... cosas veredes. La presión a la que la están sometiendo es brutal. En Málaga, Díaz tiene aún bastante predicamento, pero ya le ha recriminado al actual secretario provincial, José Luis Ruiz Espejo, su tibieza y neutralidad. O sea, que no la piropee políticamente a lo hooligan en los medios. Y parece tener otra preferida para la secretaría provincial, si es que continúa dominando el PSOE andaluz. El portavoz municipal en Málaga, Daniel Pérez, que se paseó con Susana Díaz y también con Juan Espadas, hospitalidad obliga, asiste a como cambia el viento y ve como figuras de su grupo municipal se pasan sin ambages al espadismo. Como Begoña Medina, su segunda. De Carretera de Cádiz. Él mantiene un difícil equilibrio. No es fácil decantarse: una tiene todavía el poder y lo invistió candidato en cierto modo, brindándole mucho apoyo y el otro bando tiene detrás al mismísimo Pedro Sánchez. Pero hay que elegir bando. Y para ambos ya va tarde. Y si se precipita, «estrategas» de ambos lados le tienen preparadas jugaditas. Cuando Díaz desestimó con un punto de chulería la última oferta de Ábalos, Ferraz decidió que no habría prisioneros. Lo próximo podría ser cambiar al subdelegado, buen gestor, de bajo perfil político. Los sanchistas estiman que hay que vender mucho más la acción del Gobierno central en la provincia, dado el mucho espacio que la Junta ocupa mediática y políticamente. Siendo verdad, algunos de los que aducen esto apetecen el cargo, claro. Corren nombres en los desayunáculos.