Opinión | Notas de domingo

Manga corta

Jeff Bridges, protagonista de 'El gran Lebowsky'.

Jeff Bridges, protagonista de 'El gran Lebowsky'. / L. O.

Lunes. «Sentimental», peli de Cesc Gay con Javier Cámara, Griselda Siciliani, Belén Cuesta y Alberto San Juan. Dos parejas vecinas celebran una velada en casa. Recuerda un tanto a ‘Un dios salvaje’, de Polanski. Me parto con San Juan, bombero fornicador. La cinta habla de sexo, pareja, amistad. Pero sobre todo del tiempo, que siempre nos alcanza, que lo corroe casi todo. Quizá lo único que mejora es el vino, como el que me estoy tomando. En las películas y series sale mucho el vino, por la noche, en casa y tal, copón que te crió para comentar la jornada, abordar asuntos de pareja o como acompañamiento mientras se investiga en el ordenata los antecedentes de un crimen. No sé. Lo mismo el vino ha salido mucho siempre y yo me fijo ahora. Las copas son muy redondas y grandes. Cambio de canal y me sale El gran Lebowski. Ahí sí que beben cerveza. Reflexiono un poco sobre el tiempo. Qué remedio. O tal vez reflexiono sobre el tiempo sólo para poder escribir que reflexiono sobre el tiempo. La madrugada aturde y curva el espacio temporal, lo hace más denso. Vamos, que no sé ni qué hora es.

Martes. La redacción está más animada y hay teclados mudos que han recuperado el sonido. De repente. Uno de junio. Las grandes pantallas que reflejan las métricas han vuelto a encenderse y a la proposición de tomar un café ya no te contesta solo el eco. Determinados reencuentros ya propician más preguntas sobre niños que sobre bares, más intercambio de recetas que de tabaco. Por los ventanales muy abiertos se cuela el ruido de la calle. Sonríen las impresoras y las tablets, los techos parecen más altos y uno diría que se alegran de que les rebote cierto bullicio, la camaradería intacta de un pequeño ejército fatigable pero aguerrido. Presto.

Miércoles. La vida es lo que nos pasa mientras algunos se empeñan en celebrar primarias.

Jueves. Yo es que no sé por qué es tan caro el calamar espetado.

Viernes. Llega el verano y va uno abdicando de la elegancia. Las camisetas ya han tomado por asalto en el armario el lugar de las prendas de siempre; las piernas piden bermudas y las horribles chanclas miran desafiantes. El colmo de un dandy es escribir aforismos poco elegantes. Por las camisas de manga corta no paso. No sé si el dandy nace o se hace, pero lo cierto es que el dandy, como todo humano, nace desnudo, así que no tendrá mucho que ver con la ropa. O sí. Me estoy liando y no es algo elegante. Como el día está indeciso aún puedo ir vestido de primavera, con camisa fina de manga larga (redundancia) y americana ligera. Después de desayunar en el Gallery tal vez pase por Álvaro Moreno. O por Scalper y El Ganso, que están muy juntas en la plaza de la Constitución. Calculo así a bote pronto, o a bote tarde, que el número de veces en mi vida que he ido yo en solitario a comprarme una camisa habrán sido entre dos y tres.

La última vez que vi a Eugenio Chicano fue a las puertas del Málaga Palacio. Yo salía de la coctelería y él pasaba junto a MariLuz. Nos saludamos. No lo traté apenas pero siempre admiré su obra. Fueron cordiales y cariñosos ese día. Como siempre. Bromeamos sobre un asunto de actualidad y el breve encuentro se ancló en mi memoria como uno de esos lances que mejoran no ya el día y sí los recuerdos generales de uno. En ese edificio que él siempre reivindicó como museo hay ahora una muestra sobre su obra y hasta se ha recreado su estudio. Pero mis pasos van hacia la calle/plaza que lleva su nombre, donde hay una galería de arte coquetona y moderna, varios comercios y un alegre atisbo de vida recuperada en un sitio que fue marginal. Aunque merecería una avenida, le gustaría. Hay una luz pop, solar y dulce posada sobre el entorno.