Opinión | La señal

Derrumbe del susanato

Triana está de luto y Miraflores rebosa alegría por sus venas. La noche del domingo 13 de junio, los seguidores de la secretaria general en funciones y candidata en primarias del partido, Susana Díaz, se sentían hipotensos y cariacontecidos, el mundo se les venía abajo y parecía hecho añicos, como sus esperanzas e ilusiones de cargos y prebendas, ahora en la oposición y, más tarde, en el gobierno…, si les hubiera dado tiempo. Y eso que ellos no habían perdido las autonómicas…, fueron el partido más votado de la Comunidad en 2018, de ahí lo injusto del castigo sanchista a Susana, seguro que por ser mujer, se decían. Otros líderes autonómicos varones (y barones) derrotados en sus elecciones, argumentó la lideresa, no encontraron obstáculos para repetir como candidatos, y ella que había ganado… ¿por qué no? Ahora se le confirma que en política se siguen máximas de otro oficio del que nadie osa hablar, cómo no dejar vivo, políticamente, claro, al enemigo, y aquí queda cumplida la sentencia por defenestrar a Papá Sánchez el 1 de octubre de 2016. Es verdad que Aldous Huxley escribió, después de dedicar toda su vida a estudiar las religiones, que solo tenía un consejo que dar, intenta ser un poco más amable. Y en ese sentido, Sánchez no había torcido el gesto en ningún momento, se puede «matar» con una sonrisa en los labios y susurrando te amo, venía a decir sin palabras.

¿Acaso no vivimos en un mundo en el que hay un macartismo de izquierdas que persigue la disidencia y el pensamiento ajeno sino coincide con el propio?, ¿no están acaso las redes ahítas de «asesinatos» sociales?, ¿por qué ahora tantos escrúpulos?, ¿no hemos labrado este campo de batalla para eso, para la lanzada, la cachiporra y el arcabuz?, se pensaba en el otro campo.

La mayoría de las tropas de Susana sabían que acababa una época y empezaba otra y que ellos, seguro, no figurarían en el puñado de nombres que Susana iba a negociar con el Rey de Espadas para que no se les violentase. Pero solo serían unos pocos, muy pocos, incluso de ellos no todos saldrían vivos. Y eso que habían tenido que pasar por un continuado entubamiento de ODS, economía circular, resiliencia, sostenibilidad, empoderamientos, gobernanza… ¿y todo para llegar a esto?

En cambio, en la taifa ganadora, solo había parabienes, sueños y acuérdate de mí y de mi chiquillo. Los puestos de técnicos en las diputaciones eran una de las piezas más codiciadas, como trofeos de caza, cuatro, seis, ocho mil euros…, y los cargos de libre designación en ayuntamientos, y en cuanto se volviera a gobernar… no te digo, porque vamos a volver a gobernar, ¿o acaso alguien cree que Juanma va a aguantar con Ciudadanos en descomposición desde la cabeza a la cola y los fachas de Vox?, se preguntaban retóricamente.

Aunque el resultado fue apabullante a favor de esta taifa, sabían que fue reñido y que pudo pasar cualquier cosa, hasta el rabo es toro. Incluso los advenedizos de última hora, los desertores del Susanato, temieron por sus vidas políticas y haciendas, pero… al fin, se confirmaba, ¡Juaaaaan! Se despejó el horizonte y lució el sol y llegaron los primeros recados. Dile que le he apoyado hasta el final. Pero díselo, eh. Sí, a Él mismo. A Juan. Que tengo que llevar este año a la niña, que se ha empeñado, a una universidad privada. Conversaciones como esta tenían lugar desde Despeñaperros al Campo de Gibraltar, desde el Cabo de Gata hasta las lindes de Huelva con Portugal.

¿Y en Madrid? Se vivían momentos de gozo y subidón, hay que reconocerlo. Poco más de cien mil -cien mal, decían algunos- en Colón, Iglesias missing; Bruselas que aprueba el presupuesto del Gobierno sin que lo conozca el Congreso español; Isabel, la otra Díaz, que mete la pata hasta el corvejón con el Rey y después se agarra a Casado para no caerse y le arrastra; treinta segundos con Biden… como para no estar contentos.

No obstante el shock, ella, desde Triana, no ya San Vicente, tenía sus contactos de los que tirar, después de seis años en el Palacio de San Telmo había agenda, gracias a Dios. Pero le habría gustado tanto seguir… Alfonsina Storni lo adelantó:

Las cosas que mueren jamás

resucitan,

las cosas que mueren no tornan

jamás.

¡Se quiebran los vasos y el vidrio

que queda

es polvo por siempre y por

siempre será!