Opinión | Tribuna

¡Que vienen los influencers!

Un comité parlamentario británico va a abordar el asunto de los «influencers». Para hacer bien su trabajo ha lanzado un llamamiento público para que investigadores y entidades concernidas les envíen sus reflexiones, siempre breves y por escrito. El plazo de recepción se cerró el pasado 7 de mayo, y las áreas de interés, bien especificadas, tienen que ver con la llamada ‘influencer culture’, con su impacto en la cultura popular, y con un rango de cuestiones relacionadas sobre todo con la publicidad encubierta.

En el Reino Unido tanto la ASA (Advertising Standards Authority) como la CMA (Competition and Markets Authority) llevan años publicando recomendaciones sobre la necesidad de hacer que estas nuevas formas de promoción y publicidad cumplan con las reglas vigentes. La consulta tiene en cuenta que tanto las redes sociales como los influencers forman ya parte decisiva de cualquier estrategia de marketing empresarial, así que más que intentar poner puertas al campo, se trata al menos de establecer unas normas comunes que deban cumplir todos los actores participantes en el mercado publicitario.

Pero algunas respuestas han ido bastante más allá. Destaca la aportación, breve pero certera, de Mobile UK, la patronal del sector de comunicaciones móviles. En su contribución al llamamiento del comité parlamentario, esta organización anima a superar el marco de la publicidad encubierta para tratar el asunto en toda su complejidad: los influencers son personas capaces de convencer a miles de seguidores de las más remotas y peligrosas teorías conspirativas.

El documento, de apenas dos páginas, es muy claro, y pone como ejemplo la psicosis colectiva con respecto a las consecuencias sobre la salud y la Covid-19 de las redes 5G, algo que carece de base científica. Celebridades e influencers como Amanda Holden (casi 2 millones de seguidores en Twitter e Instagram), Amir Khan o Letitia Wright contribuyeron a diseminar estos bulos. El resultado: entre abril y agosto de 2020 se produjeron 133 ataques incendiarios contra instalaciones de 5G, y más de 300 incidentes con amenazas a ingenieros y personal de las empresas que estaban desplegando la nueva red.

De esta manera, lo que se ha puesto de manifiesto es que el verdadero riesgo de esta influencia no está en la publicidad encubierta o en la competencia desleal, sino en la capacidad de dirigir a miles de seguidores crédulos por un camino doloso. Un asunto mucho más complicado y difícil de resolver.