Eros, erotismo y pedagogía

3 Jul

La escuela ha sido siempre el reino de lo cognitivo y no el reino de lo afectivo. Lo dije hace ya tiempo en mi libro “Arqueología de los sentimientos en la escuela”, publicado por la editorial Bonum en Buenos Aires en el año 2006. “La escuela es la cárcel de los sentimientos”, había dicho mucho tiempo antes (corría el año 1980) en el título de un artículo publicado por la Revista Española de Pedagogía. 

En efecto, la escuela es el territorio de la mente, el mundo de las ideas, la  casa del pensamiento. El cuerpo es el medio de transporte de la cabeza. Entramos en el aula con el cuerpo porque no es posible dejarlo en la entrada o en el pasillo. El curriculum se fija en el cuerpo solo para las clases de Educación Física que, en muchas ocasiones, se ha considerado una maría. Al llegar y al salir de la escuela, lo único que interesa es responder a esta pregunta: ¿qué sabes sobre…? Pocas veces se muestra interés por otras cuestiones. ¿cómo estás?, ¿qué sientes?, ¿qué y a quién quieres?

Se diría que tanto profesores como alumnos son seres incorpóreos que negocian con los conocimientos y, por supuesto, con las palabras que los transportan de unas mentes a otras. Pero  que ni sienten ni padecen. Unos enseñan y otros aprenden. Unos evalúan y otros son evaluados. Como si fueran máquinas desposeídas de la capacidad de emocionarse.

¿Qué hay de los cuerpos?, ¿qué hay de los sentimientos?, ¿qué hay de la pasión? Parece que estas preguntas hay que plantearlas antes de entrar y después de salir de las aulas y de los centros escolares. Pero no dentro de ellos.

Mi libro “Yo te educo, tú me educas”, plantea algunas cuestiones sobre las emociones que van amarradas, de forma casi inexorable,  a la experiencia educativa.  El título de este libro traducido al portugués, “Uma pedagogia da libertaçao. Crónica sentimental de uma experiência”, muestra ese componente frecuentemente excluido de la reflexión y de la práctica pedagógica. Digamos que es un libro no sobre lo que piensa sino sobre lo que siente un director escolar. En uno de los relatos planteo abiertamente una experiencia emocional y reflexiono sobre ella. El hecho se describe en unas líneas de cabecera (así está construido el libro) y luego, a pie quebrado (ese es el estilo literario que elegí para esta obra), aparece lo que pienso y siento sobre él.

Alguien me ha dicho asomándose a la puerta de mi despacho: “Te he echado de menos este fin de semana”. No he sabido qué responder. He sonreído solamente y he seguido escribiendo, un poco menos concentrado, un poco más nervioso.

¿Qué puedo hacer?/Maniatado de obligaciones/ de responsabilidades, de largas tradiciones y de miedos sociales.

¿Qué puedo decir?/Yo soy un adulto/que te doblo en primaveras/y que veo la vida de arriba abajo,/todavía con optimismo,/ pero ya rebaso el ecuador de los años.

No puedo jugar contigo, ciertamente./ Tampoco puedo juzgarte de una forma necia,/ despreciando un sentimiento/ que adivino serio y firme,/probablemente quebradizo,/ pero serio y firme,/acaso mucho más que mis recelos./ Tampoco puedo decirte seriamente: Sí, me alegra lo que dices,/ yo también te he recordado.

Tu frase se perderá entre los montes de mis días/ entre las piedras de mis reservas/ Solamente resonará su eco algunas veces,/como ahora cuando escribo,/recordando tu palabra y sus acentos.

(…) (…) (…)

Te seguro, te aseguro muy de veras/ que no sé muy bien qué hacer:/si cerrar el corazón y la sonrisa/(no hay más riesgos,/ o compartir tarea y amistad,/ haciendo posible y probable/ el advenimiento del amor,/de un amor casi siempre imposible,/siempre lleno de dolor”. 

No se suele hablar de las cuestiones relacionadas con el corazón. Los profesores que adoran a sus estudiantes y que despiertan emociones en ellos se consideran sospechosos. He dicho alguna vez que los alumnos y las alumnas aprenden de aquellos docentes a los que aman. La sospecha se basa en la falsa premisa de que la educación es neutral, de que hay un suelo emocional uniforme que nos permite tratar a todos y a todas por igual, sin pasión. Y también de la sospecha bloquean la posibilidad de una evaluación justa.

 Conocí hace años a la profesora argentina Alicia Fernández, prestigiosa psicopedagoga fallecida en 2015, quien me dedicó amablemente un libro suyo de titulo atrapante: “La sexualidad atrapada de la señorita maestra”. En esta obra la autora se plantea el vínculo enseñanza/aprendizaje, poniendo el acento en las dañinas consecuencias  que para el trabajo de construcción de su subjetividad y para la posibilidad de enseñar tiene el esconder, omitir y desmentir las diferencias de géneros sexuales.

En el libro de bell hooks “Enseñar a transgredir. La educación como práctica de la libertad”  (2021, Capitán Swing) hay un capítulo que me hallamado especialmente la atención.  Es el número 13 y lleva por título “Eros, erotismo y proceso pedagógico”.

Dice hooks que “las y los profesores rara vez hablamos del lugar del eros o de lo erótico en las aulas. Formados en el contexto filosófico del dualismo metafísico occidental, muchos de nosotros hemos aceptado la idea  de que hay una escisión entre cuerpo y mente. Al creer esto, los individuos entran en el aula a enseñar como si solo estuviese presente la mente y no el cuerpo”. 

Con cierta sorna comenta la profesora hooks que cuando empezó a ejercer de profesora y debía ir al servicio en medio de la clase no tenía ni idea de qué hacían sus antecesores en tales circunstancias. Nadie le había hablado del cuerpo en relación a la enseñanza. Y se pregunta con cierto retintín: ¿Qué se hacía con el cuerpo en el aula?  Bueno, con el cuerpo y con los sentimientos. Porque da la impresión de que cada estudiante se asimila al pupitre y se hace uno con él. El alumno y el pupitre no sienten nada y el profesor (o la profesora, que no es pequeña la diferencia) tampoco sienten nada especial por aquellos pupitres y estudiantes,  ni por uno en especial ni por el grupo en general.

Cuenta hooks que durante el primer semestre que dio clase en la Universidad tenía un estudiante que siempre parecía ver y no ver al mismo tiempo. A mitad de trimestre recibió una llamada de la psicóloga de la Universidad porque quería hablarle de cómo trataba a un estudiante en el aula. La psicóloga le contó que los estudiantes habían dicho que se comportaba  de una manera hostil, grosera e irascible cuando se dirigía a él.  “Yo no sabía con exactitud quién era el estudiante, dice hooks, no podía ponerle cara o cuerpo a su nombre, pero después, cuando se identificó en clase, me di cuenta de que sentía atracción erótica por él y que mi manera ingenua de luchar con sentimientos que me habían enseñado a no tener nunca en el aula, era bloquearlos, reprimirlos y negarlos”.

“Cuando me di cuenta, dice hooks,  de que a mis estudiantes les confundían las expresiones de cariño y amor en el aula, me pareció necesario dedicar alguna clase al tema. En una ocasión les pregunté: ¿Por qué sentís que la estima que expreso hacia una persona no puede ampliarse a cada uno de vosotros? ¿Por qué pensáis que no hay suficiente amor y cariño para todos?”. 

Se puede tener pasión por la escuela pero no pasión en la escuela. Se trata de una esfera cargada de prejuicios y de miedos. No veo mucha enseñanza ni mucho aprendizaje apasionados en la enseñanza hoy en día. Ojalá me equivoque. Tampoco hay mucho espacio para lo emocional en la formación inicial y en la selección del profesorado. Recuerdo el hermoso y certero pensamiento de Emilio Lledó, que suscribo apasionadamente: La profesión docente gana autoridad por el amor a lo que se enseña y el amor a los que se enseña”.

Termina hooks el capítulo citado (y yo este artículo) son estas palabras: “Para devolver la pasión al aula o para despertarla donde no estuvo, las y los profesores debemos volver a encontrar el lugar del eros en nuestro interior y juntos permitir que la mente y el cuerpo sientan y conozcan el deseo”.

15 respuestas a «Eros, erotismo y pedagogía»

  1. Muy buenas Miguel Ángel!
    Siguiendo el ritual sabatino de leer y releer tu artículo antes y durante el desayuno me he quedado en modo reflexión sin saber ni poder comentar el universo que planteas…eros, pedagogía, sentimientos, cuerpo..etc.
    En fin, hoy mi reconocimiento a tu excelente artículo es el silencio admirativo.
    Mil Gracias por cada regalo que recibimos los sábados.
    Perdidos en una cabaña de la montaña donde Cristo perdió las pistolas y con algo de cobertura…milagros de la ciencia.. recibe un fuerte abrazo para ti y tu tribu.

    • Querido Miguel, querida Gema:
      Me alegra saber que estáis disfrutando de un hermoso viaje en un hermoso lugar (como corresponde a una hermosa familia).
      Me sorprendí al no encontrarte al abrir El Adarve esta mañana, pero agradezco tu información sobre el silencio. Es igualmente elocuente.
      Creo que esta profesión no se puede desempeñar sin pasión.
      Esta semana me han llegado recuerdos para ti de un profesor llamado Francisco que trabaja en el Colegio José Checa en el que hace tiempo participé en alguna actividad innovadora.
      Un abrazo y a seguir disfrutando.
      Gracias efusivas.
      MÁS

  2. Querido Maestro:
    Hoy me ha entusiasmado su comentario sobre los sentimientos en la escuela .
    Deberíamos, como dice Mafalda, tener el corazón en la cabeza y las ideas en el pecho así estaría repartido el amor y la sabiduría.
    La pasión por trasmitir va más allá del conocimiento, nos abre las puertas a ver corazones, esperanzas, ayuda, sensibilidad, complicidad y con ello entrar de lleno en el mundo de los afectos.
    Las escuelas debían de priorizar estudiar el mundo interior de las personas y a través de ellos llegar al conocimiento.
    Sin sentimientos no hay vida y yo no quiero una escuela muerta.
    Siempre he pensado que con amor se llega muy lejos y en los centros educativos es el hilo esencial del mejor aprendizaje.
    El cariño y la pasión mueve montañas y el futuro de todo está en conseguir unir esos dos conceptos.
    Ojalá con el tiempo aprendamos a actuar muchas veces con el corazón en la mano.
    Sin más me despido con un cordial y afectuoso abrazo para todos
    Procurar ser felices.

    • Quería Loly:
      Gracias por ese hermoso y emotivo comentario.
      Decía Gabriela Mistral que si no se tiene capacidad de amar, no se puede dedicar a la enseñanza.
      Besos para el fin de semana.
      MÁS

  3. Gran maestro, soy su fiel seguidora y lectora desde que tuve la fortuna de tener clases con Usted y conocer sus granded aportes y escritos. Este sábado como todos no mr puerfos sus reflexiones que al mismo tiempo despiertan las mias. Ahora desde lo compartido hoy no puedo dejar de negar cierto disenso pues como profesora si hay algo que siempre ha sido motor y parte de mi ser y quehacer docente es la pasion. De hecho siempre me presento como profesora por vocación, formación y pasion. Un elemento clave desde las palabras de Day en lo que hace y como lo hace un docente. Por ello es que no me resulta lejana la idea de un profesora que no proyecte, propicie y motive emociones en otro. EL aprendizaje debe venir cubierto y conformado por emociones, que hagan de este proceso una expeeiencia de vida. Que las emociones sean bienvenidas, acogidas en el aula y vitaluzadas an cada palabra e interaccion. Si no soy feliz enseñando, dificilmente otros lo seran aprendiendo. Lo que un profesor o profesora primaria de formacion como yo y ahora formadora de formadores no encarna aquello debiera replantearse si ese es su lugar. Es mas ahora mas que nunca que nuestra escuela y maestros resilientes sea a traves de una pantalla en la hibridez o presencialidad estamos llamados a humanizar la educacion, darle real proposito y vincularla con la vida y para la vida. Ante ello debemos asistir con todo..cuerpo,mente, emociones, pasiones y buscar que esta nos transforme como personas y sociedad..despues de todo, cada uno de nosottos y nuestros queridos alumnos llevan dentro esa gran estrella que quisieran ser..entonces ayudemosles a visualizarla y disfrutar de aquello.

    Muchas gracias y emocionada de escribirle

    • Querida Valentina:
      Otro hermoso comentario, que rezuma amor por la tarea de la educación.
      Creo que esta profesión gana autoridad por el amor a lo que se enseña y el amor a los que se enseña.
      No se puede vivir plenamente sin pasión.
      Por eso me parece tan triste y tan equivocado desterrar los sentimientos de. los escenarios de la enseñanza.
      Enhorabuena por tu compromiso con la tarea.
      Besos.
      MÁS

  4. Diaculpe maestro pero la emocion fue mayor a la precision para escribir desde el celular.
    Respecto a lo anterior con asombro y estupor vi varios errores de tipeo. No obstante, lo que intente relevar es que no concibo la educacion sin pasion. Para mi son indisociables, conformando un manantial que llega a cada persona y rincon del aula o la escuela. Una escuela (sala, pantalla) que es vinculo, emocion y que transforma la vida del que enseña y aprende reciprocamente

      • Querida Valentina:
        Hace muchos años escribí un libro titulado YO TE EDUCO, TÚ ME EDUCAS.
        El título es fruto de una profunda convicción: todo lo aprendemos entre todos.
        Los profesores/as enseñamos a nuestros alumnos y alumnas y, a su vez, nos enseñan a nosotros.
        Gracias por tus palabras. Yo también tengo una sentida gratitud hacia ti.
        Besos.
        MÁS

  5. Me ha llamado mucho la atención el artículo porque, efectivamente, el mundo de los afectos está silenciado por completo en la escuela.
    Pasa tiempo y tiempo sin saber nada de lo que nosotros sentimos y de lo que sienten nuestros alumnos.
    Es lo que dices, como si fuésemos seres asexuados, sin emociones ni sentimientos.
    Solo cuenta la mente y los conocimientos.

    • Querida María:
      En la página 214 de libro de bell books se cita un artículo de la revista Psychology Today referido a un estudio que revelaba que, cada tantos segundos, durante sus clases, muchos profesores varones estaban pensando en sexualidad, incluso se excitaban pensando en sus estudiantes. Dice books que se quedó asombrada.
      Pero, ¿por qué nunca se habla de estas cosas? ¿Por qué se silencian? ¿Por qué se ignoran?
      Dice books que, después de leer aquel artículo empezó a ver a los profesores de otro modo.
      Por eso he querido hablar de eros, erotismo y pedagogía.
      Besos.
      Gracias.
      MÁS

  6. El tema de esta semana nos invita a reflexionar sobre los sentimientos, las emociones. El ser humano formamos una unidad cuerpo- espíritu. Las emociones van siempre con nosotros. No concibo ni la educación ni cualquier otro aspecto de la vida ajeno a las emociones. Lo que sucede es que el mundo de las emociones es inmenso, unas las consideramos positivas, constructivas, como el amor y otras destructivas, cuya palma creo que se la lleva el odio. Entre estos dos extremos tenemos una infinidad de matices.
    El amor se considera maravilloso, pero si va unido al erotismo es maravilloso según y como. El erotismo se puede disfrazar de amor cuando nada más es egoísmo placentero.
    El que los alumnos sepan que sus profesores son seres humanos con todas las dependencias que eso conlleva, bien está, creo yo.
    También creo que deben ver en el profesor un modelo de categoría moral: En la clase podemos tener niños y niñas de muy agradable presencia y también de una presencia repulsiva. Cuando ven que para el profesor no hay diferencia de trato entre nos y otros estamos generando sentimientos sociales muy positivos.
    Cuando defendemos al o a la débil de la clase frente al acoso de los que se consideran superiores, estamos generando sentimientos positivos.
    El respeto, el amor, la ayuda, la justicia en el trato a los alumnos son sentimientos que no debieran faltar a ningún educador.
    El eros en la educación, empleado en la antigua Grecia, creo que hoy sabemos a donde lleva. Sin embargo en la educación debe entrar todo lo que entra en la vida de las personas. Creo que es el camino del conocimiento y de la libertad. Estamos inmersos en el mundo y nada de lo humano se nos debe negar a su conocimiento.
    Un abrazo, querido Miguel Ángel, y saludos a todos.

    • Querido Joaquín:
      No me había olvidado de ti.
      Tus comentarios, como te he dicho alguna vez, están llenos de sensatez. No te vas a posturas extremas sino que te sitúan en un análisis equilibrado de la realidad.
      Además, siempre hablas desde dentro de la profesión porque una experiencia como la tuya deja huella ya que la has vivido desde el compromiso y la reflexión.
      A otros, la edad les carga de pesimismo, pero no es tu caso, afortunadamente. Tú mantienes una posición esperanzada y optimista ante las personas y ante la vida.
      Gracias por participar en este blog. Es un lujo.
      Un abrazo.
      MÁS

  7. Hola Miguel Ángel.

    Te leí desde mi sombrilla, pero he preferido contestarte desde el apartamento con mi PC, (escribir con el móvil para alguien con dedos grandes como los míos resulta muy engorroso si es que vas a teclear una parrafada).

    Creo recordar que en alguna otra ocasión donde has tocado el tema de los sentimientos ya comenté algo al respecto. Coincido contigo en que posiblemente no se trabaje de forma específica y generalizada los sentimientos y emociones en los colegios, pero tampoco me atrevo a aseverarlo porque seguro que hay colegas lo hagan de forma intencional y sistemática.

    Pero no puedo estar de acuerdo contigo en que la escuela, actualmente, sea el reino de lo cognitivo y no el reino de lo afectivo. La afectividad se desprende de forma espontánea desde el mismo momento en que los niños y niñas entran en clase, se les saluda, se les atiende, se les calma cuando tienen dificultades, se le anima para que se superen, se estimula la convivencia, se escuchan sus problemas familiares, se dialoga para resolver conflictos,… y tantas y tantas situaciones que envuelven la compleja realidad de nuestras escuelas, que distan mucho del colegio en el que yo fui alumno. Allí si que la distancia entre el profesorado y el alumnado se mantenía a ultranza.

    ¡Cómo se puede decir que no se trabajan los sentimientos, emociones o afectos! Ante niños y niñas que vienen de casa sin dormir, sin comer, con problemáticas familiares que les sobrepasan… No he visto a ningún colega, actualmente, que mire para otro lado ante tales circunstancias. Todavía tengo en mi retina los abrazos de los niños niñas a sus profesores y profesoras ante la despedida del curso. A algunos docentes ya no se les va a ver, el alumnado de sexto tampoco, se despidió para pasar a otra etapa educativa…

    Indiscutiblemente se hace especial hincapié en lo cognitivo, conocimientos, capacidades, competencias,… pero no somos autómatas ni máquinas sin sensibilidad hacia nuestro alumnado. Lloramos y reímos con ellos, como si fuesen nuestros hijos e hijas… Aconsejamos, orientamos y tratamos de guiar, en muchos caso en direcciones totalmente opuestas a las que marcan algunas familias.

    Este año, más que nunca, recuerda las felicitaciones de la entrada de la semana pasada, los sentimientos han estado a flor de piel. Aún recuerdo las miradas asustadas del alumnado el primer día de clase con su mascarilla en la boca y el profesorado esperándolos con el bote de gel hidroalcohólico a la entrada del aula dándole la bienvenida con una sonrisa para dar sensación de normalidad y tranquilidad.

    Respecto a la pasión, asunto muy peliagudo en una sociedad como la actual en donde te pueden acusar de pederastra por cualquier cosa…

    Corre poniente, toca cerrar la sombrilla. Aquí ha refrescado, en Málaga al contrario habrá terral. Por vuestra situación geográfica en el Rincón es posible que el viento también sea marítimo y fresco,… Así sea que ya vendrá la calma chicha con la humedad…

    Un abrazo.

    • Querido Juan Carlos:
      Sí, de acuerdo. Dio se puede decir de forma tan tajante que la escuela no sea el reino de lo afectivo. Bueno, al menos no en todas las etapas.
      Creo que va reduciéndose la atención de los afectos a medida que se avanza en el sistema educativo. Mucho en infantil, menos en Bachillerato, casi nada en Universidad.
      Cuando digo que la escuela es el reino de lo cognitivo me refiero a que en el curriculum no aparece ningún objetivo ni contenido relacionado con el desarrollo emocional.
      No se puede negar que los profesores y los alumnos expresan sus emociones y sentimientos en las relaciones.
      Y este año ha sido especial en las necesidades afectivas. Los profesores han sabido responder a ellas, ya lo creo.
      Y sí, no hay que olvidar que hay personas que pueden malinterpretar algunas muestras de afecto.
      Y lo que condeno de forma tajante es el abuso. Debería ser evitado, cuando se produce, ser castigado de forma severa.Es la mayor perversión. Un educador que abusa de un menor es el colmo de la maldad.
      Muchas gracias y que disfrutes de tu sombrilla, un año más. Te lo mereces.
      Un abrazo.
      MÁS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.