Opinión | El Palique

Gazpacho para todos

Gazpacho para todos

Gazpacho para todos / L. O.

Sánchez ha organizado una conferencia de presidentes autonómicos en Salamanca y se ha liado un lío plateresco. Aragonés ya ha dicho que no va. Aragonés, pese a su apellido, no iría ni a Zaragoza. Cree que mezclándose con el resto de líderes regionales corre el riesgo de que alguien lo tome como uno más. Está en lo cierto: cumple los parámetros de la mediocridad. Urkullu no sabe si ir o no, Salamanca siempre apetece, salvo a los refractarios al saber. Urkullu ya dijo el año pasado que no iría pero al final fue, le pillaba cerca, La Rioja.

Algunos presidentes autonómicos quieren tanto a su tierra que no van a los foros donde se reparte dinero para su tierra. Urkullu está pasando por malos momentos, su gestión de la crisis no está siendo buena y está muy acosado pero aquí no estamos para hacer una crónica de la política de Euskadi o el conjunto de España y sí para decir que habría que aliviarles el protocolo y dejarlas y dejarlos que pudieran ir en manguita corta. Gazpacho de menú. Distensión y aire acondicionado. Solidaridad y siesta. Frescor de patio de convento y que nadie tenga la tentación de decir «para lo que me queda dentro». Hace más por el federalismo solidario una reunión distendida que cien cumbres envaradas. A veces solo escribo para utilizar el verbo envarar.

El PP dice que es insuficiente el turno de palabra establecido en el formato, cinco minutos por presidente. Se ve que los populares son pacientes: si multiplicamos cinco por 19 ó por 18 ó 17 nos sale un ratazo de peroratas ya suficientemente largas. Quieren más. Insistimos: mejor la formalidad del paseo por el claustro con las manitas detrás camino del refectorio que la formalidad del micro y el atril. Algunos discursos se olvidan en un atril y cerrar de ojos. Si no te sientan con Revilla ya has triunfado.

Ayuso fue la primera en levantar la voz. No importa cuando lea esto. La primera en criticar esta cita salmantina. No sabemos qué le pasa pero siempre le pasa algo. Salamanca, desde lo de Unamuno en el Rectorado, no había visto juntos tantos egos. Pero allí saber sobra. Los sobraos no van.