Opinión | Tribuna

Pasado, presente y futuro de la juventud malagueña

Hace una década, en plena crisis financiera, ya se decía aquello de «la generación más preparada de la historia va a vivir peor que sus padres», obviando todas las connotaciones que puede tener esa expresión. Lo que queda claro, y lo respaldan estudios como los de Xavier Martínez-Celorro, es que el ascenso social se ha ralentizado, que la formación no es tan efectiva como en generaciones anteriores para ese ascenso. Esto acaba con el mito de culpabilizar a la clase trabajadora de sus problemas con el empleo por no estar lo suficientemente formado para conseguirlo.

Los ‘millennials’, como se denomina a esta generación, viven en un continuo efecto ‘cicatriz’. Herida sufrida siendo un veinteañero y que sin haber sanado se encuentra con las consecuencias de otra: la pandemia. Pero ¿cómo vivirá la siguiente generación? Sabemos que el sistema tiende a crisis económicas cíclicas y que estas golpean más fuertes en economías como la malagueña, cuyo mercado de trabajo se caracteriza por la estacionalidad y el bajo valor añadido.

El Consejo de Ministros aprobó el pasado 08 de junio el Plan de Garantía Juvenil Plus 2021-2027, un programa ambicioso y dependiente económicamente del Fondo Social Europeo. Teniendo en cuenta las peculiaridades del sistema productivo malagueño y sin derogarse las reformas laborales de 2010 y de 2012 ¿cómo puede afectar a la juventud malagueña este plan?

Con datos de la EPA de abril, en Málaga casi el 50% de las personas paradas son jóvenes. ¿Podrá revertir la nueva garantía juvenil esta lacra? ¿Podrá asumir el sector servicios todo ese volumen de personas trabajadoras? Porque la realidad laboral de la juventud es la temporalidad, la parcialidad, las horas extras no pagadas… en definitiva, la precariedad. Precariedad que no vislumbra un proyecto de futuro sólido para esta generación, donde el alquiler ronda de media los 800 € y en el que es un privilegio ser mileurista.

Uno de los pilares de este plan es la lucha contra «el uso abusivo y fraudulento de las becas y prácticas no laborales», olvidándose de los contratos de prácticas laborales. Estas medidas quedarán en papel mojado si no se aumentan los recursos a la Inspección de Trabajo y si no se le marcan directrices firmes para proteger a la parte débil de la relación laboral, cosa que por otro lado no se viene produciendo.

Todos estos tipos de contratos son la antesala de cronificar las condiciones precarias, en la que no es hasta alcanzar al menos los 40 años cuando se puede percibir cierta estabilidad laboral. Donde hasta ese momento la juventud sólo ha servido para engrosar las filas del ‘ejército de reserva’ del mercado de trabajo. Por ello, nada garantiza, como ocurrió con el anterior Plan, que este no sea un fracaso y solo se produzcan resultados a corto plazo. La cuestión de fondo es el sistema productivo de España, y en particular el de nuestra provincia.

En esta situación estamos, pero tenemos una gran oportunidad de revertirla con una apuesta firme en la industria de las nuevas tecnologías y con la transformación digital que necesita nuestras empresas, siempre y cuando el cortoplacismo no siga imperando en la mentalidad empresarial, más centrada en el abaratamiento del despido y en deducciones fiscales que en poner en cuestión los problemas de fondo.

En este sentido, el Gobierno ha aprobado el Plan Nacional de Competencias Digitales y el de España Digital 2025 para impulsar el proceso de transformación digital del país. En él hay puntos interesantes para la formación y empleo de la juventud malagueña.

Por un lado, se financiará la incorporación a PYMES de Agentes de Cambios especialistas en TICs para desarrollar esa transformación. Estos agentes podrán formarse a través del Programa Expertos que cuenta con 100 millones de euros para formar a jóvenes en digitalización de las PYMES. Por otro lado, se establece un aumento de plazas de FP en el ámbito digital y la formación del profesorado en digitalización aplicada, modernizando el catálogo de títulos. La meta de estas medidas es formar en competencias digitales para diseñar, desarrollar o explotar sistemas digitales a 250.000 personas y Málaga no se puede quedar al margen, es una necesidad histórica que se debe abordar.

No se pueden tener generaciones perdidas por un sistema económico que deja atrás a los hijos e hijas de la clase trabajadora. No se puede vivir bajo la mano invisible con su «sálvese quien pueda». Se necesita firmemente que las administraciones, desde lo público, aborden de una vez y con altura de miras los problemas de la juventud.

Son grandes retos los que se avecinan, pero hay que tener mirada larga para afrontarlas. Porque el presente y el futuro son de transformación, y en ella vamos tarde.

Sólo el impulso de los desposeídos puede hacer posible esa transformación, y como dijo aquel bonaerense, «si el presente es de lucha, el futuro es nuestro».