Opinión | Málaga Solidaria

Haití respira

Haití es uno de esos países que ha conseguido aglutinar en los últimos 15 años todas las desgracias y sacudidas posibles

Escribir de Haití en un periódico local de Málaga, desde la ONG malagueña Prodiversa, puede parecer una extravagancia, pero sí les digo que desde Prodiversa, desde Málaga, en colaboración con la asociación Haitiana Cedesou, llevamos 11 años apoyando la reconstrucción de varios centros educativos, la puesta en marcha de centros de salud que atienden a 20.000 personas, y construyendo infraestructuras de canalización de agua potable y saneamiento para más de 35.000 familias. Podrán ver que, al menos en este caso, la globalización de la solidaridad une Málaga y Haití.

Haití es uno de esos países que ha conseguido aglutinar en los últimos 15 años todas las desgracias y sacudidas posibles: catástrofes naturales, inestabilidad social y política, crisis climática y deforestación, inseguridad ciudadana, crisis económica, inflación…, tanto es así que a día de hoy lo que más une a Haití con el resto del mundo es otra adversidad: la pandemia del Covid-19, que con miles de personas contagiadas a diario en ese país y tan solo un 1% de la población vacunada, lo de ‘unir’ suena grotesco.

A todo esto le sumamos el asesinato del presidente a manos de sicarios contratados por intereses turbios y, a 3 meses de las elecciones presidenciales, un magnicidio que se produce cuando muchas zonas del país están controladas por pandillas y pistoleros que, además de crear inseguridad extrema con violencia, robos y secuestros, han provocado una inflación galopante, que encarece los productos básicos de alimentación y primera necesidad. ¿Qué más puede soportar una población que, en un 70%, vive con menos de 2 dólares al día?

Beneco Enecia, director de la asociación hermana de Haití Cedesou, nos dice que pese a todo, puede ser un punto de inflexión, que existe una oportunidad de volver a concentrar los esfuerzos internos de todas las corrientes políticas, de los poderes económicos, etc., para garantizar una salida a toda esta situación, que garantice seguridad al país y unas mínimas condiciones de dignidad a la vida de las haitianas y los haitianos. Un pacto y un gobierno de «buenos propósitos y de personas buenas». En apoyar esta salida debería concentrarse la comunidad internacional, también España como miembro del Core Group, la alianza de países amigos de Haití.

Hace unos días, en un reportaje que contenía una entrevista a una vendedora callejera de Puerto Príncipe, leí la frase más acertada para la situación de su país: «Haití está en un ataúd, pero cuando quieren enterrarlo se dan cuenta que respira».