Opinión | El copo

Vida, muerte, Parcemasa y papulinos

Protesta de los  trabajadores en Parcemasa.

Protesta de los trabajadores en Parcemasa. / La Opinión

Un servidor va buscando la ‘vida’ en este misterio que es la existencia, y como escribidor lo hace escuchando noticias que siguen siendo trágicamente repetitivas. Ya saben, la maldita pandemia que ola tras ola, y estamos en la quinta, nos cubre y arrolla como a un frágil barquito de papel.

Los que muchos dicen saber del tema nos tienen chiflados en la ‘caja tonta’ de oír lo mismo y su contrario; salta uno a la radio y a la diáspora de opiniones, se une el cataclismo de la macabra publicidad que pagamos cada quisque.

Para colmo de males, Biden, presidente de EEUU, se ‘raja’ en Afganistán, y manda desalojar parte de su población -la que había colaborado con él y los ‘mercaderes’ de Europa, por el embudo del aeropuerto de Kabul- en un par de días, ante las risotadas de los llamados talibanes y el rubor, cuando no el miedo, de franceses, ingleses, alemanes, españoles, etc., al tiempo que las mujeres afganas rezan, no sé a quién, para salvarse del degüello.

Así las cosas, el menda se entera que por Parcemasa (cementerio malagueño), más concretamente los empleados de su cafetería andan con justas reivindicaciones que, lógicamente, resienten el café, el güisqui o la coca de los que acompañan a sus seres queridos en esos momentos en donde todo es más llevadero con un vidrio en la mano.

Parece que Paco de la Torre, alcalde de «esta ciudad que todo lo acoge y todo lo silencia», desea poner orden en el problema que, aunque mínimo, tiene su mandanga.

Harto de tantas pandemias y epidemias, he frenado este vértigo de sufrimiento y ‘porquesí’ -el más lindo de los porqués- he zambullido mis pies en el Papulinos que está frente a casa, y he picado algo.

Lo merezco.