Opinión | Memorias en blanco y negro

Jimmy Hogan, el primer romántico del fútbol

Una imagen del futbolista inglés Jimmy Hogan.

Una imagen del futbolista inglés Jimmy Hogan. / Fútbol Vintage

Hace mucho, pero que mucho tiempo cuando aún el foot-ball conservaba el romanticismo de sus comienzos, existió un hombre que clamaba su amor por él a los cuatro vientos, pero para poder disfrutar de ello tuvo que marcharse lejos de su tierra natal. James Hogan nació el 16 de octubre de 1882 en Lancashire (UK), la cuna del fútbol mundial. Pero a pesar de ello el joven Jimmy no comulgaba con los sistemas de juego practicados en las islas, los consideraba toscos y aburridos. Él buscaba dotar al emergente fútbol de un toque de magia que además de ser un pasatiempo, sirviese para cautivar el interés de los supporters. Dibujar las más bellas jugadas con la peculiaridad de que prevaleciese la inteligencia sobre la fuerza física fue su obsesión. Dotarlo de un estilo diferente a lo que el resto de los entendidos proponían, acabarían por tildarle de “Loco Revolucionario”.

Como futbolista jugaría en el Burnley, Fulham y Bolton Wanderers, aunque sus cualidades no sobresalían precisamente por ser un excelente pelotero, sino por ser un gran analista aun estando sobre un terreno de juego como jugador, hecho que le valió para dar pronto el salto como entrenador a los 28 años de edad; estaba obsesionado con la perfección. La técnica individual al servicio del colectivo era su gran obstinación y cada movimiento del rival era estudiado al milímetro, un perfeccionista visionario no acorde con los tiempos que corrían.

Su vida sufriría un vuelco radical tras una gira por Holanda en 1909 donde se daría cuenta del potencial de los jugadores neerlandeses, a los que únicamente les faltaba una cualidad, la de ser adoctrinados en el sentido que marcaba su potencial futbolístico. Creyó ser el ideal para ello y poco después no dudaría en colgar las botas para regresar y dirigir al Dordrecht. Hogan aunó capacidad física y técnica individual en uno solo para lograr un resultado óptimo e hizo especial hincapié en el control de balón de cada futbolista.

Tras establecer en toda Holanda sus métodos de trabajo, decidió dar un paso más y marchar a Austria donde de la mano con Hugo Meisl –otro loco soñador– siguió expandiendo su particular evangelio en el que su clásico 2-3-5 o pirámide invertida como así llamaba a su sistema táctico, lograron convertir a los centroeuropeos en los verdaderos maestros del fútbol mundial de la época. Sus detractores decían una y otra vez que todo el rato entrenando con el balón en los pies, haría que llegado el momento de jugar el partido los jugadores llegarían a despreciar la pelota, ¡qué cosas!

Una vez impartidas sus lecciones magistrales y establecer las bases de la mejor selección austriaca de la historia donde el alumno más aventajado de aquella época sería el mismísimo Matthias Sindelar, el presidente del MTK de Budapest quedaría prendado de su gran obra de arte y no dudaría ningún instante en considerarle la piedra angular para regenerar al equipo. No solo lo resucitó sino que lo convirtió en el mejor equipo del país.

Claramente era un adelantado a su época y fueron tantas las naciones que se nutrieron de sus ideas que el paso del tiempo le ha encumbrado como el primer «Gran Maestro» del fútbol mundial, salvo curiosamente en su tierra natal, Inglaterra. Austria dominó el fútbol en los años 30 con el «WunderTeam», la mejor Hungría de todos los tiempos se generó con sus enseñanzas y reinó en los años 50 con el “Golden Team” de la mano de Puskas y Guzstav Sebes, seleccionador magiar que en su momento diría que: «Jugábamos al fútbol tal y como nos enseñó Jimmy Hogan». Y algo más tarde ya en los 70 aparecería la gran Holanda de Cruyff y Michels bajo el sello inconfundible de Hogan.

Tanto y tan grande fue su pasión por el fútbol que en una lucha encarnizada contra la propia muerte, le llevaría a vivir hasta los 91 años de edad cuando en una tarde fría y gris de un 30 de enero de 1974 en Burnley, definitivamente cerraría los ojos para siempre «El primer romántico del fútbol».

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