Opinión | Málaga de un vistazo

Disciplina vs ética

He podido ver a nuestro alcalde improvisar discursos al hilo de anteriores intervenciones con certera maestría, también defenderse entre multitudes con gran esmero y no me cabe la menor duda de que es un político realmente preparado como pocos y que esta es una pupa viva en la cuestión de su relevo. No obstante, le he visto defender algunas cuestiones inasumibles que hacen pensar si responden a intereses espurios, o a la disciplina de partido, que abre gaznates como espuertas aunque a veces se trague con la nariz tapada, o previa lobotomía política, que se practica tanto por todos los partidos y de la que parecieran salir luego todos con discursos, consignas, verborrea, y mentalidad como si de muñecos en serie se tratara. En ocasiones me recuerdan al clásico de ciencia ficción ‘Los invasores de ladrones de cuerpos’ con sus vainas replicadoras de personas sin personalidad.

La disciplina es una gran cualidad si se focaliza hacia un buen fin, pero la escasez o falta de ética hace de ella una herramienta peligrosa, por lo pertinaz del sujeto y la reiteración de su predicado, pero también porque con ello se transforma la realidad al gusto y de tanto insistir en contar la historia con sutiles intervenciones torticeras, puedes conseguir muchos propósitos. Es increíble que la disciplina urbanística, la legal, ni ninguna otra, afecte a nuestros políticos en el ejercicio de sus funciones, porque si bien nuestra Constitución recoge la separación de poderes, el legislativo recae en los componentes del ejecutivo y el judicial se procura permanezca adoctrinado. Así, las normas se hacen y cumplen, o no, a criterio del político que cual Dios del Olimpo nos maneja a su magnánimo criterio y mientras, en el Parnaso de Málaga, no duermen los vecinos por el ruido de energúmenos, se multa a ciclistas y no a las empresas de patinetes aunque sea tras su destierro, se vende la ciudad a multimillonarios que plantan símbolos fálicos, y tantas otras sinrazones…

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