Opinión | MÁLAGA DE UN VISTAZO

Entre muy poco y demasiado

Veo con cierto asombro cómo algunos pequeños errores, o lapsus, se convierten al momento en noticia, por medio -claro- de exagerar el error, la incidencia o las consecuencias del mismo, y señalando luego al que lo protagoniza para ponerlo de poco menos que ignorante, irresponsable, necio o temerario, como si el peso de todo lo malo que sucediera en un instante determinado cayera de golpe a modo de desahogo sobre esa persona famosa o anónima, en forma de críticas despiadadas, memes y falsos debates.

Muchas veces es solo un despiste lo que organiza todo el revuelo, pero es que otras tantas no hay error siquiera, es sólo un vídeo cortado a mala idea y compartido con intención de hacerse viral, o un pequeño párrafo o líneas de alguna declaración o entrevista que no hacen justicia ni a lo que se dijo ni a lo que se quiso decir, pero que circulan imparables como si fuera lo único que se hubiera dicho, y cualquier justificación que venga después sonará a excusa o acobardamiento, aunque esa justificación no haga otra cosa que repetir lo que en verdad ya se dijo en la parte del vídeo que no salía en el capcioso corte, o en la entrevista que nadie tuvo a bien leer del todo tras alarmarse con el titular o extracto que tan bien calzaba un alboroto.

No menos sorprendente es comprobar que sucede lo mismo en sentido en contrario, y que en muchas ocasiones escandalosos errores o decisiones no generan ruido alguno, por muy nefastas o graves que sean sus consecuencias, pasan inadvertidas las más de las veces, y no son objeto de críticas en masa ni se vuelven virales. Será que hemos llegado a un punto en el que nos hemos rendido, y disfrazamos menudencias con la importancia que le quitamos a otros asuntos que no enfrentamos. Porque no nos vemos capaces, porque ya nos hemos acostumbrado.