Opinión | La calle a tragos

Y al que no le guste, que no mire

El anhelo de normalidad de este otoño se quiebra en cuanto los malagueños intentan bajar por esos escalones de la Tribuna de los Pobres que tanto recuerdan a los entrenamientos de película de Rocky Balboa. Al consabido traslado del expendedor de lotería también se une la ausencia del tradicional puesto de castañas, que se ha llevado sus cacerolas a los albores de calle Compañía. Estas postales cotidianas, el escombro y la señalética denotan que ya han comenzado las obras tanto en la propia Tribuna como en la vecina Carretería. Y, aunque han sido divididas en fases, mientras ‘se pasa pantalla’ de un tramo a otro se puede estar hablando de dos años -o incluso tres- de proceso para acometer una interesante semipeatonalización. Como suele ocurrir en estos casos, el necesario adecentamiento se verá acompañado de una ‘parada biológica’ de la zona que inquieta a los comerciantes. Ojalá sean oídos y el Ayuntamiento establezca medidas que reduzcan el impacto e impere un equilibrio que no reina en otras de las transformaciones de la capital malagueña en las que se trabaja.

Está claro que no se trata de imponer cierta visión del urbanismo y, con las mismas, obligar al ciudadano a mirar para otro lado. Al ritmo que vamos, esta ciudad mediterránea se puede romper de tanto usarla. No se deben auspiciar de forma unilateral proyectos tan agresivos como el ‘Hotel Mamotreto’ en el puerto de Málaga, ni tapiar todo el litoral con edificios, ni darle ‘manga ancha’ a la cementera de La Araña sin pensar en la cueva descubierta allí o en el impagable valor decimonónico que destila la estampa mítica del Cortijo Santa Paula.

La falta de tacto en ciertos planteamientos parece encomendarse al estribillo de una conocida canción de Los Caracoles. «Y al que no le guste que no mire», cantaba Rafa Rodríguez en un tema que, precisamente, evoca a Carretería como uno de los escenarios urbanos más emblemáticos: «Íbamos por la calle Carretería, cuando te diste cuenta de que nos seguían; te cogieron del brazo y a mi me dieron cuatro galletas, y te metieron dentro de una furgoneta», se escucha en una estrofa que contiene la esencia del universo de esta banda malagueña que descolló en los años 90 del siglo pasado.