Opinión | El foco

El foco

¿Para qué nos están preparando al machacar diariamente con la irrefrenable subida de la electricidad? No se trata de cuestionar la información sino de interpretarla por los intereses que hay detrás

A todos nos gusta ser informados pero no dirigidos o teledirigidos según soplen los vientos, a favor o en contra; las modas de otoño o invierno; las encuestas, favorables o desfavorables; el paro; la economía o la subida de impuestos. Para ello, se dispone de múltiples recursos, desde desviar nuestra atención con los típicos programas basura, ideando enlaces o cornamentas insuperables e increíbles para que una parte del vulgo se entretenga y discuta sobre tantas banalidades y soslaye lo esencial; tampoco esto último ha sido o se ha hecho de manera solapada o sencillamente se ha transmitido a horas intempestivas, cuando todo el mundo duerme la melopea de este mundo surrealista, que a veces parece un aborto de Dalí.

En otras ocasiones hemos sido bombardeados con tragedias nacionales, como el traslado de los Messis o Ronaldos a otros equipos o congregaciones; ya nos preparan para alienarnos —no he dicho alinearnos— en nuestros diferentes equipos y en las ligas que solo las ganan realmente los que juegan y los que mandan. Usted no ve ni un euro. Solo debe sufrir o gritar, e incluso insultar. Como el árbitro sea mujer la noticia será mucho más vendible, lógicamente. El error puede estar en considerar que el insulto a una mujer es mucho más detestable, con lo cual estamos ante una pequeña e incómoda paradoja que nadie comenta y es el hecho de considerar que se debe proteger más por su intrínseca debilidad. Así pues, estamos cometiendo un micro o macro machismo al intentar diferenciar unos y otros insultos, puesto que, presuntamente el hombre puede aguantar mucho mejor y no son tan graves. No es que yo piense esto realmente, sino que, seguramente, nos lo deberíamos plantear, tanto como integrar los aseos en uno solo, donde hombres, mujeres, gays, lesbianas y trans hagan sus necesidades en armonía. Estoy intentando pensar de manera distinta. No se me alteren. Es cierto que la gente se reúne para comer y nadie piensa hacerlo para cagar: podría ser otra parida mental que encierra su propia lógica e incoherencia. A lo que voy, que va siendo hora de que desenfoquemos un poco lo que nos imponen, incluso durante siglos, y lo dirijamos, aunque sea lo pensemos, por muy absurdo que nos parezca, hacia donde nuestra razón o sinrazón nos lleve. Lo digo por ser un poco más libres y, aunque no dispongamos de una libre libertad de expresión, podamos presumir de disponer de cierta libertad de pensamiento. Lo que no podemos ni imaginar es que nuestros propios pensamientos también están focalizados y teledirigidos para que creamos que pensamos y decidimos; pero en realidad ya lo hacen por nosotros, ya sea desde las Redes Sociales, que han sido previamente abonadas por diferentes ideologías para que nos enredemos y nos peleemos, desde los telediarios que te machacan siempre con lo mismo y los demás mass media.

Nos decía mi admirado Haruki Murakami, un creador de otros universos, que si todo el mundo lee lo mismo termina pensando lo mismo. No creo que sea tan ingenuo y no caiga en la idea de que los lectores son siempre minoría frente a los devoradores de noticiarios sensacionalistas, telebasura o fast TV y falsas noticias preparadas especialmente para los que creen que piensan. La radio y la televisión dirigen sus focos hacia el punto que interese en ese momento, podríamos pensar no tanto en la veracidad de lo que se dice sino en el porqué y el contexto en que se dice. No se trata de cuestionar la información sino de interpretarla la mayoría de las veces por los intereses que hay detrás, pueden ser políticos, ahora esbozo una sonrisa que puede llegar a ser una carcajada, son políticos realmente. El enfoque sirve tanto para sesgar la información como para polarizar a sus oyentes/lectores/espectadores. De hecho, como se cuestione un ápice fehacientemente lo que hemos digerido, como se vilipendie nuestra ideología lo más mínimo y nuestro posicionamiento, nos puede alterar el organismo hasta lo indecible. Salvo cuatro o cinco verdades absolutas e inviolables, lo demás está siendo prostituido porque el argumentario que se utiliza la mayoría de las veces es grotesco, incluso grandes intelectuales se posicionan, que no me parece mal, y empiezan a pontificar dando latigazos como el Mesías en el Sagrado Templo, sin ton, ni son. Ya tenemos sus defensores y sus detractores bien posicionados, dispuestos a despellejarse vivos, puesto que un nobel no puede equivocarse, —léase mi admirado Vargas Llosa—, ni un comunista íntegro puede faltar a la verdad —pongamos que hablo del gran Anguita—. No te esfuerces tanto por contribuir con tu respetuoso punto de vista, considera simplemente si en realidad has llegado tú a esa conclusión, o has sido utilizado cual muñeco de José Luis Moreno para hablar y contar lo que otro quiere que cuentes. Los caminos de la ventriloquia son inexpugnables.

Recordaremos, por ejemplo, el foco centrado en los talibanes, ahora parece que han desaparecido del mapa. O determinados desastres naturales y el éxodo de cientos o miles de refugiados que ello provoca, como si no hubiese esto mismo en otros continentes, pero el africano pareciera que tiene menos peso; digo yo. O las grandes calamidades de Haití o Sri Lanka, por poco la denomino Bangladesh. Es cierto que el tiempo es oro y hay que ir seleccionando, pero nunca entenderé del todo por qué el mundo se centra en determinadas partes del mundo.

Lamentablemente nos encontramos ante una triste tragedia como es la erupción del volcán de La Palma, pero sigo estando estupefacto, para bien, al comprobar cómo abren diariamente los informativos con esta noticia, incluso silencian otras tantas. También me pregunto cómo dedican más tiempo a las impresionantes e hipnóticas imágenes que nos muestran, frente a los dramas familiares que está ocasionando al dejar a muchas persona sin hogar, ¿estos no son refugiados?

¿Para qué nos están preparando, me pregunto, al machacar diariamente con la irrefrenable subida de la electricidad o la gasolina? Estamos comprobando y constatando que esto es así, pero no informan acerca de posibles soluciones. Es como si estuviéramos aceptando que el problema no tiene cura, como el cáncer que se ha extendido por todo el cuerpo.

El foco va y viene, de aquí para allá, mientras, a nosotros, nos entretienen, desenfocando, diluyendo, exagerando, omitiendo, ¿para qué?