Opinión | Málaga de un vistazo

Desesperantes

Hay gente a la que no le gusta nada esperar; hacer cola en el súper, sentarse y coger turno en el hospital o quedarse un rato en el coche mientras otro aparca o recoge a alguien, o aguardar hasta que otro saque dinero del cajero o actualice su libreta. Y aunque sean situaciones que no tengan otra solución que dejar que pase el tiempo, esta gente siempre encuentra la manera de hacer visible que les molesta estar parados y se ponen a tocar el claxon o tratan de adelantar al coche por un sitio por el que saben que no caben, o se mueven constantemente en la cola del súper para mostrar su impaciencia y miran de un lado a otro para ver si encuentran alguna fila que vaya más rápido para cambiarse antes que nadie. También están los que consideran que deberían tener tu sitio en la cola, porque claramente llevan menos cosas que tú y lo justo para ellos es que pase primero el menos cargado o eso intentan decir mirando su cesta y la del que tienen delante e intentando encontrar la mirada cómplice que les ceda amablemente el turno, alguno incluso lo piden directamente «¿me dejas pasar -por favor- que sólo llevo esto?» que es una manera de colarse con palabras.

Hay personas que van así todo el día, mostrando sus prisas, empujando al resto, sin capacidad para ocultar la espera, que necesitan cada minuto que les puede robar el otro como si la cotidianidad no les pudiera entorpecer su eficiencia. Me los imagino haciendo siempre cosas importantes y optimizando el tiempo durante todo el día, en el trabajo, en las tareas de casa y en cualquier cosa que se pongan, pero lo mismo me equivoco y son gente que simplemente van siempre con prisa porque luego quieren perder tranquilamente el tiempo que han ido ganando, a su aire, tumbados en el sofá.