Opinión | Crónicas de Málaga

El metro, la Catedral y todo lo demás también

Imagen del metro en 2013, cuando se iniciaron las pruebas

Imagen del metro en 2013, cuando se iniciaron las pruebas / L. O.

Ya hemos contado aquí alguna vez en qué consiste el síndrome del metro: dícese del cuadro febril y ansioso que afecta a los malagueños cuando se les plantea una obra pública de importancia. Eso ha sido, en definitiva, el metro para los ciudadanos de la capital de la Costa del Sol. Y, según parece, después de que la Junta del PP le haya metido una velocidad más al ritmo de la obra, llegará al Centro en algún momento de 2022, pero, por lo visto, aún no se puede decir en qué mes, lo que no deja de llamar la atención, sobre todo porque si estamos en las etapas finales ¿qué miedo hay a señalar la fecha correcta o aproximada? Recuerdo haber estado en los inicios del metro, allá por julio de 2006, cuando, junto al Martín Carpena, las máquinas empezaban a trabajar. Desde entonces ha llovido mucho, ha pasado casi una vida y ya sabemos, por ejemplo, que el suburbano se nos hará grande hacia el Hospital Civil, al que irá soterrado, pero si aún no conocemos cuándo llegará al corazón de la ciudad, la conclusión de ese nuevo itinerario no la verá mi generación. Cuando llegue al Centro, eso sí, el Ayuntamiento ya contó que cerrará al tráfico privado la Alameda, reduciendo sus carriles drásticamente, y se producirá una gran revolución en la movilidad urbana de Málaga, porque, entonces sí, muchas personas dejarán coches y motos en casa e irán a sus trabajos o a pasar un día en el casco antiguo, al que todos los malagueños queremos tanto, usando el metro. He vuelto a ver ese síndrome en la calle Carretería, aunque parece que el tramo de la Tribuna de los Pobres, estará pronto acabado. Los comerciantes no estaban precisamente contentos con que a dos meses de la Navidad les hayan plantado andamios y máquinas pesadas justo enfrente. Uno de ellos llegó a decir a este periódico que un días no había entrado nadie. Veremos. La prioridad de Urbanismo para lo que queda de mandato es llegar con los deberes hechos en Carretería, el parque del Comandante Benítez y el parque de la Memoria de San Rafael, es decir, con esas tres grandes obras acabadas, y con un impulso decidido en otros proyectos de ciudad tales como el solar del Astoria o Repsol, cuya subasta por lotes debe estar haciéndose ya estos días o casi a punto de hacerse. De cualquier forma, la plataforma única en Carretería para peatones y tráfico rodado (y permitido) es un gran avance en una de las vías que más y mejor se ha rehabilitado. La única lástima es que no son, en su mayoría, vecinos los que ocupan las casas. Esta semana hemos sabido también que continúa el esfuerzo peatonalizador en Trinidad Grund. Se ha adjudicado la obra. Los vecinos quieren que se mantengan los árboles, que no se llene de terrazas la plataforma única prevista en la zona, que ya, por cierto, es peatonal, y están a la espera de ver cómo queda la estética. También esta semana, según nos dicen, han empezado las reuniones entre el Ayuntamiento y los vecinos para el soterramiento del eje litoral. La preocupación de la asociación del Soho, fundamentalmente, es que el espacio liberado sobre la superficie soterrada sea para los ciudadanos y no solo ocupada por la hostelería. Eso es lo que nos dicen y así lo transmitimos. Recordemos, al respecto, que este plan ha recibido el respaldo de algunos colegios profesionales y que otros, de cualquier forma, no lo rechazan de plano. Parece que gusta, pero el problema, como ya dijo uno de sus padres, Salvador Moreno Peralta, es que no se haga con una planificación técnica, económica y temporal inmaculada. Si eso se convierte en otro metro, la verdad es que más de uno, este cronista incluido, ingresará en el hospital al recrudecerse el dichoso síntoma del que hemos hablado.

Donde sí parece que el Ayuntamiento de Málaga ha puesto la directa es con la Casa Invisible, espacio ocupado desde 2007 que Urbanismo quiere rehabilitar. Los colectivos piden que la reforma se haga con ellos dentro y mientras hacen sus actividades y el concejal de Urbanismo, Raúl López, rechaza este aspecto. Los colectivos se echarán a la calle el 27 de noviembre para pedir apoyo a los malagueños, apoyo que también se necesitaría, por ejemplo, para ponerle de una maldita vez un tejado a dos aguas a la Catedral, amenazada por humedades y grietas. Si no han estado en sus bóvedas, échenle un vistazo al primero de nuestros monumentos. Vergüenza me ha dado ver a algunos politizando el asunto y a otros sacando el manual de anticlericalismo marca ACME para rechazar que se actúe ahí. El proyecto de Juan Manuel Sánchez La Chica y Adolfo de la Torre Prieto parece que concita el apoyo de gran parte de la sociedad malagueña (la que no tiene puestas las gafas del sectarismo) y del ámbito académico. O eso nos dicen. Esperemos que sea verdad. Todo esto ha traído esta semana de resaca tras la procesión magna (qué gran éxito para el orbe cofrade y para reactivar la maltrecha economía malaguita, con algún pero), semana en la que, además, ha llegado el frío y Daniel Pérez, portavoz municipal del PSOE, se presenta como candidato a la secretaría provincial del partido. Y todo lo demás también, que diría Andrés Calamaro.