Opinión | Málaga de un vistazo

Luego o nunca

Hay cosas que siempre se dejan para luego, que nunca encuentran su hueco en el ahora y las aplazamos una y otra vez para algún otro momento más oportuno. Y no siempre es que no se quiera hacer, sino que uno se encuentra tan ocupado con otras tareas o pensamientos que realmente se cree que lo mejor es dejarlo para más tarde, cuando tal vez sí se pueda dedicar a eso toda la atención que merezca. Pero llega un momento en el que dejar para después se parece demasiado a no hacerlo nunca, porque uno se acostumbra a posponer siempre lo mismo, como si su lugar fuera siempre un poco más adelante, como si ahora nunca tuviera su espacio; ya nos veremos otro día, ya empezaré a estudiar el próximo año o te diré cuánto te quiero cuando se apague el volcán, pero ese otro día nunca llega, y el próximo año sigue siendo el siguiente, y el volcán abre de nuevo otra boca y cierra la tuya y así siguen las cosas esperando su turno en una cola en la que siempre ocupan la última posición.

Hay cosas que dejamos siempre para luego y luego, cuando ya no se pueden realizar esas cosas, nos preguntamos por qué no las hicimos antes. Porque luego es un lugar finito en el que no cabe todo, ni todo lo que cabe espera pacientemente su turno. Si uno se para a pensar en todo lo que hacemos ahora, en realidad mucho se podría hacer luego o acaso nunca y con eso podríamos realizar justo ahora aquello para lo que no encontramos nunca el momento, porque siempre buscamos uno más bueno, el idóneo: cuando no estemos tan ocupados con cosas que no queremos hacer, pero lo que no queremos hacer cae en cascada en un torrente inagotable que nunca acaba.

Hay cosas que deberíamos estar haciendo ahora mismo y dejar para luego mucho de lo que hacemos.