Opinión | El contrapunto

'Silverview', el libro que surgió del frío

Con el maestro en el Villa Magna, 9 de junio de 1987.

Con el maestro en el Villa Magna, 9 de junio de 1987. / L. O.

No es la primera vez que escribo - con admiración, gratitud y respeto - del gran John le Carré. O David Cornwell, su verdadero nombre. Al que he llegado a considerar el Dostoyevsky británico, como ya le dije en una ocasión al maestro, por sus valerosas inmersiones en las espeleologías más recónditas del corazón humano. Tampoco será ésta la última vez, Dios mediante. Aunque el Maestro ya no esté con nosotros.

En la estupenda hemeroteca de La Opinión de Málaga he buscado y he encontrado – sin la menor dificultad - dos de aquellos artículos míos: ‘Hablando con John le Carré’ (18.11.2009) y ‘John le Carré, el Maestro’ (5.9.2020). En ambos textos evoco momentos de nuestros encuentros. Fueron éstos en dos hoteles diferentes. El primero, en Los Monteros, en Marbella. El segundo, en el Villa Magna, de Madrid. Dos hoteles memorables. Entre otros muchos méritos, por ser dignos de albergar a un genio como John le Carré.

Me sentí muy privilegiado en aquellas ocasiones. No podía ser de otra forma. Pues cuando un lector en ‘mode’ vitalicio se encuentra frente a uno de sus escritores iniciáticos, es inevitable el sentir una profunda gratitud hacia las benévolas y difusas deidades que lo han propiciado. Sobre todo cuando en ambos casos el autor y maestro era un muy distinguido cliente de aquellos siempre añorados hoteles, en los que este devoto lector de sus obras prestaba sus servicios profesionales.

En la estancia de John le Carré, en aquel legendario hotel marbellí, a mediados de los años setenta, estuvo también su espléndida familia. De la que siempre guardaré un muy grato recuerdo. El otro encuentro, como se ha dicho, fue en el augusto Villa Magna. A principios de junio de 1987. Tuvo que ver con la presentación en Madrid de un libro del Maestro (creo recordar que éste era ‘Un espía perfecto’). Sus anfitriones habían decidido que había en Madrid un hotel ideal para el gran escritor británico. El Villa Magna, en el número 22 del Paseo de la Castellana. El hotel que yo dirigía entonces. Por cierto, aquell fue posible gracias a un gran hotelero español, don Enrique Navarro. El que fuera durante muchos años el director financiero de ese espléndido hotel, una de las joyas urbanas de la capital de España. Sin su intervención, mi inolvidable etapa en el Villa Magna no hubiera sido posible.

El pasado 19 de octubre leí esta noticia: ‘Una novela póstuma, el último misterio de John le Carré’. La firmaba el director jefe de Cultura de El País: don Guillermo Altares. Me permito citar este párrafo:

«Su último libro, Proyecto Silverview, que acaba de salir en inglés con muy buenas críticas y cuya edición en español está prevista para enero de 2022 en Planeta, llevaba bastante tiempo escrito, sin embargo, quiso que primero se publicasen otras dos obras: El legado de los espías, en la que vuelve a aparecer su personaje más famoso, George Smiley, y Un hombre decente, publicada meses antes de su fallecimiento, y que acaba con una frase en la que se mezclan la esperanza y la amargura: «Quise decirle que era un hombre decente, pero ya era demasiado tarde». Se trata de dos novelas bastante políticas, de hecho, El legado de los espías finaliza con un alegato de Smiley a favor del europeísmo en el que el viejo espía aseguraba que solo existió un motivo por el que muchas veces vendió su alma al diablo para ganar la Guerra Fría: «Soy un europeo. Si tenía una misión, si fui despiadado, lo fui por Europa. Si tenía un ideal inalcanzable, era el de sacar a Europa de su oscuridad hacia una nueva era de razón. Todavía lo tengo».

Hace unos días, en el londinense ‘Economist’ del 16 de octubre, en la página 76, he leído otra excelente crítica literaria de ‘Silverview’ Magistral y todavía muy tocada por la ausencia de su autor. Aquel gran hombre que nos había dejado el 12 de diciembre del 2020. Las palabras finales fueron éstas:

«Este libro no representa a un le Carré ‘vintage’. Pero tampoco es la inversión póstuma a medio cocer que podría haber sido. En realidad es un valioso código secreto, la nobilísima despedida de un maestro, al que tanto echamos de menos».

Gracias a las gestiones de un buen amigo, hace una semana me enviaron desde Inglaterra el hermoso volumen de ‘Silverview’. Una gloriosa primera edición, todavía con recientes aromas de la imprenta. Descansa al lado del ordenador donde termino estas líneas. Mi lectura ha avanzado hasta el final de un texto ya sagrado, cargado de sabidurías, emociones y magias. En mi modestísima opinión el Maestro puede descansar ahora en la paz generosa de los hombres justos. ¡Que así sea!