Opinión | La vida moderna Merma

Málaga, la Navidad te está chica

Que entrar, entran. Pero a lo mejor es el momento de plantear de qué manera lo hacen

Luces de Navidad en Málaga.

Luces de Navidad en Málaga. / L. O.

Tal cual. Como ese momento en el que Paquita entraba ilusionada al probador de Oportunidades Málaga. Percha en la mano. Sabía que había elegido bien. Una blusa bien hermosa. Ideal para combinar con su falda marrón de monja misionera. No era ni seda ni satén. Era una cosa híbrida. Pero con un tono estupendo. Muy bonito las cosas como son. Un poco de animal print. Pero que le valdría para la comunión del nieto de su amiga.

Todo iba como debía. Pero al colgar el vestido que llevaba puesto y asumiendo que la faja ya estaba apretando, comenzó a colocarse la blusa. La espalda…bueno. Los brazos…bueno. Incluso los primeros botones comenzando por el cuello…bueno.

Pero no. Aquello topaba. Cerraba. Pero no. Cerrar me cierra -pensaba ella- pero sabía que el resultado no iba a merecer la pena. Estaba cegada. Paca había caminado desde el burro donde colgaba lustrosa su blusa elegida hasta el probador haciendo mil y una cábalas. Tras la comunión vendría una cena que tenía con las amigas del baile. Y después el arroz con su nuera en una venta del Puerto de la Torre -pero una de las buenas. De las de mantel de tela-. Generó muchísimas expectativas con algo que, por desgracia, no pudo ser. O sí. Porque Francisca supo seleccionar mentalmente aquello que quería ver y sentir y desechar todo lo demás. Y así fue.

Frente al espejo de Oportunidades vio eso mismo. Una oportunidad perfecta para mejorar su aspecto, el fondo de armario y ganar fans. Así que se dirigió a la caja y adquirió la blusa.

Paca quería su blusa. Lo pasaba mal cuando se la ponía. Sudaba como un cochino. Iba apretada. No se podía menear bien. Y es verdad que era de buena calidad y bonita -según ella- pero no supo asumir que no estaba concebida para ella.

Cambien Paquita por Málaga. Sustituyan la blusa por la performance navideña. Málaga. Criatura. A ti este modelo de Navidad…te aprieta.

Llevamos apenas unos días de Navidad. Y la experiencia pre y post puente, incluyendo el mismo, está siendo desconcertante para muchos malagueños. No se cabe. La movilidad es ciertamente caótica y los servicios de la ciudad algo desconcertantes. Taxis “agotados”, VTC a precio de cartuchos de tinta y una masa tan enorme que convierte lo agradable en desagradable.

Huelga decir que todos queremos y anhelábamos el jolgorio, la algarabía y el nutrido público en nuestras calles. Hacía y hace falta que haya meneo. Pero quizá debamos ser conscientes de que algo de esta magnitud y con estas dificultades acaba siendo incómodo para el huésped y el que aloja.

Y es que, en el momento en el que tienes que cortar una vía tan necesaria como el Paseo del Parque para tener una escapatoria, obviamente algo va mal.

Llevamos unos años, sin contar la pandemia, en los que la ciudad ha cogido el asunto de la Navidad de una manera algo compleja. Las luces se han convertido en un revulsivo. La gente se agolpa en una calle para ver luces y escuchas a 'maralla caralla' cantar cosas. Una cosa curiosísima.

Personalmente no sé cómo es posible que atraiga a tantas criaturas algo así. Pero se puede llegar a comprender. Vas al centro. Te das un paseo. Ves las luces que son gratis y con suerte te tomas algo. Pero tampoco. Porque los negocios están llenos. Por dos razones fundamentales: parte del negocio de la almendra son franquicias. Y la otra, la hostelería, o es de guiris o está llena desde hace noventa y siete días antes de que tú llamaras para reservar.

Por lo tanto, la cosa se hace complicada y poco atractiva para quien observa como una odisea llegar al centro en vehículo privado, sin lugar por el que acceder, sin aparcamientos por estar llenos, con el centro hasta los topes, con los bares llenos y recibiendo por parte de los que mandan mensajes animando a que no vayas al centro en coche, que te corta el Parque y que tampoco vaya en su auto a La Concepción.

Obviamente hay -muchos- a los que les va la marcha. Y el asunto autobús apretado, paseo apretado, luces apretadas grabando un video que no mandas a nadie pero lo haces rodeado de gente, colas para comerte un gofre con forma de cuca y de nuevo al hogar le resulta un planazo. Muchos. Tantos como para llenar calle Larios. Pero el modelo es insostenible. Y raro.

Nuestra ciudad quizá no tenga capacidad suficiente para este tenderete. Que entrar entran. Pero a lo mejor es el momento de plantear de qué manera lo hacen. Porque al final los focos estarán puestos y centrados únicamente en atender la demanda. Y una vez más el malagueño normal estará arrinconado.

Que está super bien que en Vigo nos tengan inquina y pretendan superarnos. Pero las olimpiadas de las luces de navidad son un poco la nada. Que muchas veces este tipo de cosas deslumbran de tal manera que no nos dejan ver lo que realidad está sucediendo y es que, a Paquita, por mucho que ella quiera y lo intente, no le cabe la blusa. Y a nuestra ciudad, con este modelo diseñado, la Navidad se le está quedando chica.

Viva Málaga.