Opinión | Palique

Despoblación

El cantonalismo ha vuelto. Faltan inversiones en la España rural, pero sobre todo lo que hace falta es gente

Una plaza, vacía.

Una plaza, vacía. / EUROPA PRESS

Las elecciones en Castilla y León están acelerando la formación de candidaturas provinciales bajo el paraguas de España Vaciada. Que más bien es vacía. Soria Ya, Palencia por sí, Burgos lo primero y Arriba León son nombres que se barajan. ¿El cantonalismo ha vuelto? El PP está asustado, el PSOE también y el espectador político tiene también algo de susto en el cuerpo ante la posibilidad de ver dentro de unos años un Congreso aún más fragmentado, decenas de partiditos, viva el terruño, qué hay de lo mío y muerte al vecino, que se lleva las inversiones. Hay provincias que parecen un barrio de Madrid, parajes bautizados como Laponia, pueblos en los que no vive ni Cristo y un conjunto de provincias que habrían de pedir cuentas a sus diputados y representantes, y no solo al resto de España, dado que están sobrerrepresentadas pero sus políticos siempre obedecen consignas centralistas y centrales de sus partidos. Ni el estado de las autonomías ha borrado el provincialismo, el provincianismo, la desarticulación de comunidades grandes o pequeñas. Las rivalidades. Provincia o muerte. Teruel ya existe y tras su ejemplo, ancha es Castilla. Que de tan ancha se ha quedado muy grande para los que la habitan. La España despoblada necesita inversiones, incluso autovías y trenes y hasta instituciones, pero una de las inercias irrefrenables del españolito está clara: triunfar en Madrid y vivir junto a la playa. No necesariamente en este orden. En España, cuando alguien nos habla de un magnífico cirujano de Lugo siempre hay alguien que replica que si fuera tan bueno no estaría en Lugo. Las comunidades han creado pequeñas metrópolis que sí engordan merced al funcionariado y el centralismo. Y así crecen los Valladolid o los Toledo, mientras sus alrededores y provincias limítrofes el único llanto de un chaval que pueden oír es el que emitiera la radio. No es que España tenga un problema: es que no tiene gente. Gente suficiente para tanto terreno. Algunos lo quieren arreglar empequeñeciendo sus horizontes.