Opinión | SOL Y SOMBRA

El estado del covid

Ahora la discusión está en si se «gripaliza» o no se «gripaliza» el covid. O lo que igual, si pasa a considerarse una epidemia con la que convivir en circunstancias menos extraordinarias o seguimos en la alarma constante que produce toda pandemia. Esta sociedad gripada y sus políticos han encontrado menor dificultad en definir los problemas de manera coloquial que en encontrar las soluciones.

La Organización Mundial de la Salud y la Agencia Europea del Medicamento creen, en contra de lo que pretenden algunos países, entre ellos, España, que no se debe «gripalizar» el covid, ya que tampoco se cumplen los criterios que aconsejen declararlo endémico en 2022. Puestos a tomar partido, las mayores pistas endémicas las ha proporcionado hasta ahora la OMS con su manera de proceder, errática en la pedagogía de la crisis y absolutamente ineficaz en la búsqueda real de los orígenes del virus y las responsabilidades de quien lo difundió. Cuesta hacerse cargo pero a estas alturas seguimos sin saber, aunque algunos lo sospechemos, el verdadero papel que le corresponde a China en esta terrible catástrofe de la humanidad.

Se van a cumplir dos años desde que empezó a divulgarse la estrafalaria teoría del contagio transmitido por un murciélago o un pangolín, supuestamente por la afición de los chinos a comer animales salvajes y a las condiciones poco higiénicas de sus mercados. El mundo, en general, aceptó como buena la versión y todos los que se hacían alguna que otra pregunta más de la cuenta empezaron a ser tratados como partidarios de las peores teorías de la conspiración. Tras el amago de investigarlo en el país exportador, la pregunta de cómo surgió el virus y llegó a los humanos sigue pendiente de respuesta. Las hipotésis continúan sobre la mesa. Cuando la OMS tímidamente pretendió el pasado verano volver a rastrear en China el origen del coronavirus, las autoridades de ese país arremetieron violentamente contra el organismo mundial de la salud y cualquiera que osara hacerlo.