Opinión | Tribuna

La escuela sostiene la economía, pero… ¿quién sostiene la escuela?

No cabe duda, a estas alturas, de que los centros educativos son uno de los pilares que están sosteniendo la economía de este país y de nuestra Andalucía. Madres y padres pueden desarrollar su trabajo gracias a que los centros educativos están funcionando a pleno rendimiento. Pero la miopía política, intencionada o no, está dinamitando la esencia de la escuela andaluza, y los centros educativos se han convertido en meras guarderías en estos tiempos de pandemia. No importa ya si se pueden impartir o no las clases siguiendo un programa, lo importante es que estén abiertas sea como sea y al precio que sea para que la economía siga funcionando. Y la educación presencial es importante, pero siempre y cuando sea segura y de calidad.

Los centros educativos, a instancias de la Consejería de Educación, han relajado los protocolos que venían aplicándose el curso pasado, y que ellos mismos diseñaron sin la menor ayuda de la consejería. Y las consecuencias son palpables: cientos de profesores y profesoras de baja por Covid y miles de alumnas y alumnos afectados. Habría que subrayar aquí que en su momento la Consejería de Educación apeló a la autonomía de los centros para diseñar protocolos y tomar decisiones en cuanto a la organización escolar, y que ahora, en base a esa autonomía que la consejería invocó, cuando un centro quiere tomar alguna iniciativa como informar a los padres y madres de la situación que pueden encontrar sus hijos e hijas si acuden al centro por la falta de profesorado que la Consejería es incapaz de cubrir, la Delegación de Educación de Málaga amenaza con abrir expedientes, como fue el caso del CEIP Algazara. Autonomía sí, pero la que diga el consejero de Educación y Deporte, Javier Imbroda. Esa autonomía no la queremos, gracias.

Cuando en septiembre CCOO no firmó el acuerdo de refuerzos Covid para el presente curso escolar, ya advertimos de que no era un buen acuerdo, de que había que ser bastante corto de miras como para dar por hecho que no había pandemia. Y así, de la miopía política también se ‘contagiaron’ los sindicatos ANPE, CSIF y UGT, cómplices de la actual situación de nuestros centros. Error de cálculo: si el curso pasado, con una enseñanza semipresencial en la ESO, Bachillerato y FP, había 7.000 docentes más, ¿cómo podía ser posible abordar este curso con plena presencialidad y con 3.000 docentes menos? Y es que más por menos siempre ha sido menos, entérense, Sr. Imbroda y señoras y señores de ANPE, CSIF y UGT. Recortar los recursos que se pusieron el curso pasado es simple y llanamente una temeridad que tiene consecuencias en la formación de nuestras alumnas y alumnos.

Porque con la planificación de la Consejería de Educación no vamos a ninguna parte, nunca saldremos del pozo donde nos encontramos. Si ya fue muy difícil acabar el primer trimestre, nos encontramos con un segundo trimestre caótico donde algunas cosas se están salvando gracias al sobreesfuerzo del personal de los centros educativos. Y es que ya no podemos esperar nada más de esta Consejería de Educación, estamos demasiado acostumbrados a que nos dejen «a los pies de los caballos».

Si realmente estuviesen preocupados por la educación, se está a tiempo de incrementar las plantillas de refuerzo Covid y del personal necesario para atender al alumnado con necesidades especiales de apoyo educativo, de cubrir las bajas del personal laboral, de incrementar las horas de los monitores y monitoras escolares. Pero no, la escuela andaluza no está sostenida por esta consejería, es la labor del profesorado y del personal de los centros educativos, bien demostrada en estos tiempos tan difíciles, la que está sosteniendo esta consejería y la economía andaluza.