Opinión | Tribuna

Antonio Gross Bolin

La señora Obama y el romano

Mis padres y tíos ya habían hablado con el experto Simeón Giménez Reina, quien le puso (al busto) nombre, apellido y fecha

Antonio Gross con algunos familiares y el busto en la Col. Ifergan | ARCHIVO FAMILIAR

Antonio Gross con algunos familiares y el busto en la Col. Ifergan | ARCHIVO FAMILIAR / Antonio Gross Bolin

Días pasados distintos periódicos se han ocupado de informar sobre la llegada a la Junta de Andalucía, previa compra a la Galería Ifergan, del busto de Antonino Pío que durante casi un siglo ha permanecido en propiedad de María Amalia y Victoria Bolin, e instalado sobre un pedestal de mármol en el hall de entrada al precioso hueco de escalera de la casa de Bellavista, 40, ocupada por las familias Barrionuevo, Bolin y Gross Bolin, con entradas independientes.

En los distintos periódicos he leído errores de mediana importancia pero que indican la relativa información para contar un tema de interés sin duda para Málaga y que sumados unos con otros sí devalúan el sentido que las familias vendedoras han tenido siempre en el mantenimiento y cuidado del busto y quizás algo del motivo de proceder a su venta y dando lugar a que algunos hayan visto la ocasión para ponerse una flor en el ojal de la solapa. No pretendo ganar un clavel, pero sí aclarar diferencia y aumentar algún momento de la historia omitido.

Imagen del busto del emperador Antonio Pío que expondrá a partir de ahora en el Museo de Málaga.

Imagen del busto del emperador Antonio Pío que expondrá el Museo de Málaga. / Gregorio Marrero

«Málaga se hace por fin con el busto de...», dice El País.

Efectivamente la escultura fue descubierta al mover los jardineros el terreno para un nuevo diseño del jardín de la finca de ocio y recreo ‘San Guillermo’, propiedad del matrimonio formado por Guillermo Rein (alcalde de Málaga) y María Teresa Bolin de La Cámara, tíos abuelos de los vendedores. Estaba esta casa muy cerca de Los Portales de Gómez. Esto ocurrió alrededor de 1908.

El itinerario del emperador romano comenzó inicialmente en la casa del matrimonio en la Alameda Principal. Al enviudar María Teresa y sin hijos lo cede a su sobrino Alfonso Bolin quien a su vez lo regala a sus hermanas María Amalia Bolin de Barrionuevo y Victoria Bolin de Gross quedando bien guardado en la casa de Bellavista nº 7 en un guardamuebles particular. Fueron seis años de cautiverio para la obra de arte.

Al finalizar la casa en construcción ya citada de Bellavista, 40 el busto queda instalado en el centro del bonito hueco de escalera de reparto de plantas, entrando por la puerta lateral. Esto ocurrió en septiembre de 1947, se inaugura la casa, se instala Antonino Pío y se bautiza a María, la menor de mis hermanas, hubo invitados y recuerdo que todos visitaron al guapo emperador con su cabellera rizada.

El robo

Allí estuvo estático hasta que los ladrones se lo llevaron junto con un bargueño del siglo XVIII, aprovechando los cacos la obra de reforma que María y Adolfo Martos estaban realizando para convertirla en su nueva vivienda. Se procedió a la denuncia correspondiente y a las indagaciones oportunas.

Este busto dio mucho juego, nuestros hijos y nietos e incluso nosotros en nuestra niñez lo veíamos constantemente y comentábamos de dónde venía, el porqué de la nariz estropeada o una oreja gastada, era un miembro más de mármol de nuestra extensa familia; a veces parecía que nos regañaba al jugar a su alrededor.

En las casas de nuestros padres y tíos se recibía con mucha frecuencia a amigos quienes conocían perfectamente a ‘el romano’, disfrutaban con sus cábalas, si bien mis padres y tíos ya habían hablado con su buen amigo y experto Simeón Gimenez Reina, quien le puso nombre, apellido y fecha, pasando a figurar en la colección Victoria Bolin donde en internet lo ha podido ver todo el que se hubiera interesado. Nunca estuvo perdido y sí robado, ni fuimos desconocedores de la bellísima escultura ni de su posible valor.

El busto de Antonino Pío en Bellavista, 40.  archivo familiar

Antonio Gross con algunos familiares y el busto / Antonio Gross Bolin

El mayor de mis cuñados, José Ignacio González-Aller, contralmirante de la Armada y entonces director del Museo Naval, persona muy culta, viendo la televisión Canal 3, se sorprendió sin que se le cayera la cuchara sobre la sopa y plato al ver en pantalla a su Antonino. El simpático Vicente Ifergan contó con su buen sentido del humor este desprendimiento, sería casi imposible recordando la firmeza de manos y de Alma del Marino, pero sí hubo un respingo al ver la talla amiga sobre la mesa de Arranz mientras le hacían a este una entrevista sobre la Sra. Obama que pasaba unos días en el Hotel Villa Padierna de su propiedad.

Acordamos no hacer absolutamente nada por el bien de España, Málaga y su Costa del Sol, hasta que se marchara la Primera Dama de los EEUU. Con seguridad que los medios de comunicación internacionales, en su obligación de informar, hubieran pisado líneas rojas y verdes, hubieran dicho «que un busto robado estaba a la vista en la mesa del empresario Sr. Arranz», por cierto amigo nuestro, y con quien se llegó a un acuerdo que no dudé, sucedería. Fue mi cuñado, Adolfo Martos Hinojosa, quien se encargó de visitar a Arranz y de recuperar el bien, pues seis años antes había denunciado el robo.

Don Vicente Ifergan está orgulloso por haber rechazado ofertas magníficas y poderlo vender a la Junta para que quedara en nuestra ciudad para el disfrute de los malagueños, como ya pude ver en el vídeo que Vicente me envió de la presentación a autoridades y otros invitados. Sin duda Don Vicente tuvo más suerte que nosotros, los Barrionuevo y Gross, ya que una vez de acuerdo los 12 primos hermanos decidimos, cuatro años antes de venderlo a la Galería Ifergan, el cederlo de forma gratuita y para siempre.

En mi visita para ello, con foto en mano, hubo dificultades: que si había que certificar...tramitación de ‘papeleo’.

La persona que me atendió recuerdo que me dijo: Don Antonio, hasta para regalar hay tramitaciones y papeles que mover. No vi un interés especial, quizás mal entendimiento de nuestro ofrecimiento; en fin, que acudí con la ilusión de donar cultura a Málaga y me fui con la música a ninguna parte.