Opinión | Notas de domingo

Opio para todos

Opio para todos

Opio para todos / L. O.

Lunes. Le digo a Emilia que su restaurante, Rincón Catedral, sigue generando literatura. El otro día Txema Martín comentó en una columna un sucedido hilarante que se produjo en este comedor con Hermann Tersch y la viuda de Borges como protagonistas. A continuación, los amigos presentes le recuerdan el artículo que publiqué en este periódico sobre el día en el que almorzaba a nuestro lado aquí Pere Gimferrer. Gimferrer, un poeta que viste de poeta y gasta gafas como de haberlo leído todo, se comió unos huevos con pisto como los que yo tengo delante. Matías Prats, «me quiere mucho», dice Emilia, nos sonríe desde una foto.

Martes. Me telefonea Agustín Rivera, que el lunes 21 en la Fnac de Málaga presenta la novela ‘El corresponsal’ (Planeta), de David Jiménez. A Jiménez lo saludé fugazmente un día en el Museo Picasso hará ya no sé cuánto tiempo. Me pareció más alto y más miope que en televisión; tenía un aire como de extenista. Disfruté mucho con ‘El director’, su anterior libro y suelo verlo en la tertulia de Xavier Fortes en el 24 Horas de TVE. Aporta. Ese día del Picasso creo que había después una cena con gente del periodismo a la que no fui por un súbito ataque de timidez, que bien mirado y pasado el tiempo pudo ser en realidad de cuajo o desidia. Rivera me cuenta algunos proyectos. La tarde no avanza. La escritura de la columna del día, tampoco. Hay que reconocer que las imitaciones de los donuts se están perfeccionando mucho.

Miércoles. Fantaseo con que no estoy cuidando a mi hijo y que voy a algunas de las citas que tenía hoy. Iba a desayunar en el Parador de Golf. Imagino esa quietud, las mesas junto al césped, la vista imponente. Las piernas de alguna golfista. A mediodía, también pudo haber sido y no fue: Palo Cortado. Daniel Pérez, Pepe Bernal, dirigentes socialistas; mi director. A mí del Palo Cortado me gusta mucho el chilli crab y el ambiente de la barra a la hora del aperitivo. Hace tiempo que no voy, no sé si seguirá el camarero que se parece a Keanu Reeves. Una tarde fui allí a la celebración del cumpleaños de un eminente periodista. Cuando ya todos, que éramos muchos, estábamos bastante encebollaos salió de pronto Antonio Banderas del fondo, de un reservado del comedor. Saludó a todos muy simpático y salió del local. Palo Cortado acaba de abrir sucursal en el hotel de Gran Canaria en el que estuvimos Amaya y yo hace tres años. Recorrimos la isla abundantemente en un Mercedes clasicón que le alquilamos a un alemán tatuado que fumaba mucho. Reviso las fotos que nos hicimos en el puerto de Mogán, en las dunas de Maspalomas, en la casa de Galdós en Las Palmas... Me compré un sombrero.

Jueves. Salgo al balcón a las 19.34 y todavía queda un retazo leve, levísimo de azul claro en el cielo. Es noche sin convicción, casi día, primavera en el ambiente. Facebook me alerta de que Javier Fórcola, admirado editor, ha compartido un texto mío que me ha publicado La Opinión de la Coruña sobre el libro ‘Qué hay de nuevo Chesterton’, que tan primorosamente ha editado. Regreso del balcón y oigo a Verónica Fumaral en la tele pronosticar que «dentro de seis meses» uno de los dos ya no estará. Se refiere a Ayuso y Casado. La verdad es que guerra tan descarnada no se ha visto. Que se exhiba tan públicamente, quiero decir. Hago una encuesta rápida y guasapera entre cinco amigos peperos y me salen tres partidarios de Ayuso y dos de Casado. «Pero no vayas a escribir nada que te conozco, mamón», me dice uno añadiendo varios emoticones. Juraría que uno de ellos se está descojonando. Uno de los emoticones, quiero decir.

Viernes. Dopesick en vena. Las series son el opio del pueblo. Pues esta es una serie sobre opiáceos adictiva.