Opinión | Miradas

Los Veintisiete

El presidente ruso, Vladimir Putin.

El presidente ruso, Vladimir Putin. / L. O.

Si los Veintisiete, es decir, los líderes europeos creen que Putin se va a conformar con Ucrania, van dados. Sus ansias expansionistas van mucho más allá o quizá debo decir, mucho más acá. Los líderes europeos que tanto blasonan y Estados Unidos que ya no es lo que fue, han dejado solos a Ucrania, al pueblo ucraniano y a Volodimir Zelenski, el presidente de Ucrania que solito ha hecho frente a Putin. Todos sabían que la vía diplomática con el Ras-Putin ruso estaba llamada al fracaso. No se entiende bien, sabiendo lo que sabían los servicios de Inteligencia y que Biden se ha encargado en todo momento de airear a los cuatro vientos, que no estuvieran preparados para la invasión.

La debilidad de Europa es palmaria. Las reservas de Alemania, Francia e Italia impiden la confrontación con el zar ruso y Europa se baja los pantalones como se los ha bajado Estados Unidos. Han dejado solitariamente solo a Zelenski, después de comerle el oído con cantos de sirena y han optado por una estrategia escalonada con la que pretenden cercar de manera progresiva a Vladimir Ras-Putín, dejando la artillería pesada para la traca final que nunca va a llegar.

Si Europa y Estados Unidos creen que Putin se va a doblegar a golpe de sanciones se equivocan. Y lo saben. A Rusia le importan «una mierda», como reconoció el embajador ruso en Suecia, las sanciones de Occidente. Están bien pertrechados y convenientemente preparados para cualquier imponderable que surja de esas sanciones que sólo van a conseguir que Putin siga creciéndose. Es un orate, que se cree la encarnación de Napoleón y actúa en consecuencia. Alguien podrá creer que exagero si digo que la invasión de Europa ha dado comienzo. Caerá Ucrania y detrás vendrán otras repúblicas. Polonia es uno de los objetivos del zar. Los Veintisiete no han estado a la altura. A pesar de los esfuerzos verbales de Úrsula Vonn der Leyen, presidenta del Ejecutivo comunitario, el paquete de medidas contra Rusia, que incluye sanciones financieras que cortan el acceso de Rusia a los mercados de capitales más importantes, es peccata minuta. Si hay algo que detesto tanto como la guerra, es la cobardía. Los ‘salva patrias’ tradicionales han tenido miedo, no han querido meterse en berenjenales y eso a pesar de lo que Ucrania significa en las relaciones comerciales con, por ejemplo España, sin buscar otro país europeo.

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