Opinión | Palique

Sangre, sudor y polémica

Belarra ataca al PSOE. Luego se arrepiente. Y que siga el espectáculo

La vicepresidenta segunda y líder de Unidas Podemos, Yolanda Díaz, arropada por las ministras Irene Montero y Ione Belarra.

La vicepresidenta segunda y líder de Unidas Podemos, Yolanda Díaz, arropada por las ministras Irene Montero y Ione Belarra. / EFE

Antes partir un Gobierno que sencilla. Belarra quiere la paz y no para de dar guerra. Tenida por cerebral y fría, la titular de Derechos Sociales se exaltó en un mitin y calificó de partido de la guerra al PSOE. Belarra es ministra del Gobierno que envía armas a Ucrania. Hay gente que vive con una hernia y gente que vive con una contradicción. No sabemos qué duele más pero es seguro que con una hernia no puedes dar mítines exaltados y la única diplomacia de la que eres capaz es la de no blasfemar y rociarte con paciencia el ungüento que te hayan prescrito. Ucrania no necesita pomadas y ya probó el jarabe dulzón de la diplomacia. Ahora precisa armas que quiere cargar con la munición de la dignidad.

Los aplausos que los suyos proporcionan en los mítines a Belarra no la dejan oír el llanto de los ucranianos ni las bombas de Putin, con las que quisieran en Kiev hacerse tirabuzones. Hay países a los que les toca un Churchill y países que sufren sangre, sudor y Belarras. Consciente de la cagada, mandó a Isa Serra a pedir disculpas. No se las cree nadie. A España le discuten tanto su unidad que hasta hay quien se empeña en ver dos gobiernos cuando en realidad podríamos estar ante un solo descontrol. Sánchez ha contestado a Belarra (con mucha diplomacia) que ya hubo diplomacia, lo que no quita para que el presidente y la ministra hayan retirado a sus respectivos embajadores ante el otro. No se saludan. Si incómodo es compartir mesa con un desconocido, inolvidable ha de resultar compartir un consejo de Gobierno con un enemigo. No es la primera vez. Hay guerra en el Ejecutivo a cuenta de la guerra y no faltan voluntarios para sustituir a los titulares de carteras en manos de exseguidores de Pablo Iglesias.

Begoña Villacís ha puesto Ciudadanos al servicio del PSOE si «Sánchez expulsa a los de Podemos», declaración tras la cual nos queda la duda de si quiere guerra o un ministerio. Tal vez solo notoriedad, sin descartar que Ciudadanos puede servir para algo alguna vez. Sánchez nos avisa de que vienen malos tiempos pero no sabemos si entre las calamidades incluye el sinvivir que pueden suponer (le) las continuas tensiones gubernamentales. Sánchez piensa que está en el lado correcto de la historia: la presidencia.

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