Opinión | Málaga de un vistazo

La horda

Manifestación en contra del desalojo de La Casa Invisible

Manifestación en contra del desalojo de La Casa Invisible / Gregorio Marrero

Ahora resulta frívolo hablar de lo local por el conflicto en Ucrania, pero los micromundos te dicen mucho de lo macro. La vida no se resuelve cual matemáticas, pero muchos descubrieron fórmulas para darse la gran vida. La ecuación contiene incógnitas que no sabemos despejar cuando egoísmo y desvergüenza tienden a infinito.

Abres los ojos al ser presidente de un bloque 50% ‘okupa’, muchos de patada, otros morosos, los pisos del trabajo ajeno son golosos. Aguantar una mafia ‘okupa’ para vender/alquilar llaves y conexiones fraudulentas de luz y agua, preferentemente a familias con ‘certificado vulnerables’ que saben bien serlo, pues ganan en negro y tienen Máster en esto. Maltratan el edificio y todos, menos los okupas, a pagar comunidad, extras, impuestos, tasas, servicios, hipotecas... que por impago te embargan y adiós. También maltratan las calles y cuando se adecentan les viene mal, porque necesitan aparentar marginalidad; el negocio. Amenazan e intimidan, parecen impunes.

La ley solo contempla ‘okupación’ en zona privativa, olvidando las comunes y el todo. Estamos abandonados al buenismo hipócrita. Hablan de inquilinos estafados por falsos propietarios que alquilan viviendas ‘okupadas’, otro truco, como si fuesen arrendadores de buena fe y no existiese el Registro de la Propiedad. El delito de receptación encuentra en ello silogismo. Si la ignorancia de la norma no exime de su cumplimiento y todos somos iguales ante la ley, ¿por qué siempre pagamos los mismos? Ruina.

Para colmo, algunos culturetas quieren legalizar la ‘okupación’ de un edificio municipal previamente expropiado: La Invisible. ‘Lo visible’ es la ilegalidad, quedarse el magnífico inmueble que pagamos todos, sin cumplir los criterios para optar a ello. ‘Okupar’ para normalizar es mal precedente. Málaga tiene gran futuro, pero muchos no contribuirán a ello…gente sin responsabilidad, ni amor propio y políticos endiosados por sus palmeros, son una horda insostenible.

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