Opinión | En corto

Sáhara: Sánchez solo ha puesto el sello

Mientras Franco agoniza, el casi Rey Juan Carlos se encuentra con la Marcha Verde montada por Hassan II –que sigue el plan de Kissinger- avanzando hacia el Sáhara. El casi Rey coge el toro por los cuernos y aplica la regla básica de un estadista de si mismo (todo rey lo es): la solución más indigna, traicionera y falaz es la mejor si no tienes otra. Empezar un reinado con una guerra rara, muertos propios y ajenos y contrariando al Tío Sam, es una vía segura para hacer verdadero el mote que ya circula (Juanito el Breve). Así que coge avión, se planta en el Sáhara para arropar a sus soldados antes de la vuelta a casa, entrega el territorio al hermano Hassan y en Barajas espera al casi Rey la oficialidad de la División Brunete, con Milans del Bosch al frente, que lo alza y jalea (¡torero!): milagros de la baraka. Lo de ahora, más de 46 años después, es ya burocracia de jefe de negociado.

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