Opinión | El Palique

Napalm en El Perchel

Cielo de apocalipsis, no sabemos si now. Cielo rojo, memorable. Estudio en escarlata, que diría Conan Doyle

Málaga cubierta de ocre por culpa de la calima este jueves.

Málaga cubierta de ocre por culpa de la calima este jueves. / Jose María de Loma

El cielo rojo como aquejado de hemorragia, el cielo apocalíptico, el cielo fin de época, apocalipsis de cielo. Un cielo de ciudad con un horizonte bermejo y unas nubes anaranjadas, porvenir panocho, morado, barro que llueve como si fuera el Génesis o el fin del mundo. Faltan ranas cayendo, langostas, las siete plagas. La venganza del Sáhara, el espectáculo tras la ventana.

Hay que terminar la columna y salir a la calle, el espectáculo es único, contable, memorable, una efeméride, un paisaje como de marte que hay que retener y fotografiar y elevar a las redes y a la memoria. Para contarlo a los nietos o por lo menos al compañero de estudios que ahora vive en Zamora casado con una chica helvética que no ha visto nunca el Mediterráneo ni los espetos de sardina.

La calle está llena de personajes de Instagram. No se sabe si amanece (que no es poco) o anochece. Un crepúsculo como de dioses pero sin Gloria Swanson. Se oye de repente un helicóptero y uno no tiene que cerrar los ojos para imaginar nada. Basta con abrirlos mucho y dirigirlos al cielo para pensar que estamos en una película sobre Vietnam. Como si el napalm cayera sobre el Perchel, sobre un enemigo imaginario o sobre nuestra chepa.

A la ciudad de luz proverbial (que sin embargo no ha generado un proverbio) le han echado encima un manto. Parece que se hubiera velado un gigantesca fotografía o tal vez es que ya todos estamos caducados y en tono sepia. El día tachado en rojo, pero no por festivo, por raro. Los zapatos se embarran. Cañas y barro sin arrozales ni albufera y sí con un río seco que, sin alma, ni fuerzas tiene para encauzar una llovizna. No hay prisa. Hay que tomarse las cosas con calima. Tal vez mañana amanezca azul o coincidamos con un unicornio en el ascensor. O haya otra guerra o lluevan pleonasmos y adverbios de lugar. La gente va como escapada de un cuento de Borges. Estudio en escarlata era esto. Elemental, querido Watson. Crónica sentimental en rojo. La tarde es una lámpara mortecina. Ninguno de los gatos son pardos.

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