Opinión | MÁLAGA SOLIDARIA

Refugiados con billete de vuelta

Un grupo de refugiados ucranianos.

Un grupo de refugiados ucranianos. / ÁLVARO BALLESTEROS

Desde que nuestros primeros ancestros abandonaron el África central las migraciones humanas han formado parte indisoluble de nuestro desarrollo social. En la gran mayoría de las ocasiones dichas migraciones han sido impulsadas por razones climáticas, de alimentación o económicas, en las que tenemos que incluir desafortunadamente las generadas por la multitud de conflictos bélicos que jalonan la historia contemporánea.

Muchos de los refugiados que en las últimas décadas han llegado hasta Málaga lo han hecho a través del trágico cruce del Mediterráneo, víctimas de conflictos que, ya sea por su naturaleza o por su distancia, han pasado desapercibidos para nosotros.

La crueldad de la guerra en Ucrania ha cambiado nuestra percepción ante los millones de personas que se están viendo obligadas a abandonar su hogar, un conflicto que no es nuevo y que se mantiene activo desde 2014 en la región del Donbás.

Desafortunadamente para Cruz Roja esta situación tampoco es nueva. Más de tres centenares de refugiados de una u otra naturaleza, residen en los centros de atención con los que la institución cuenta a día de hoy en la ciudad de Málaga, integrados en los programas de asilo que el Gobierno de España tienen en marcha.

De la mano del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Junta de Andalucía, Diputación Provincial y Ayuntamiento de Málaga, desde hace semanas se están ampliando dichas plazas de acogida.

En este caso, el Consejo de Europa ha aprobado la aplicación de la Directiva de Protección Temporal que va a permitir que los cientos de miles de refugiados ucranianos puedan incorporarse a dichos programas de asilo, en aplicación del Derecho Internacional Humanitario.

Una atención especialmente compleja para los que llegan hasta nosotros, ya sean subsaharianos, sirios o ucranianos, en la que resulta fundamental salvaguardar los derechos humanos que asisten a todos y cada uno de los refugiados, máxime si se trata de mujeres o niños en especial estado de vulnerabilidad.

En el caso de niños sin acompañamiento, su acogimiento depende de las Comunidades Autónomas, por lo que es la Junta de Andalucía la que determina quiénes y cómo puede llevarse a cabo dicho acogimiento, un proceso que no debe articularse en ningún caso de forma individualizada ni personal.

Es también importante señalar que el envío de alimentos y enseres presenta en el área del conflicto serias dificultades de acopio, clasificación y distribución, así como debilidades en la cadena de suministro logístico, que por la naturaleza del conflicto cambia permanentemente.

Por ello es aconsejable, y mucho más eficiente, que la generosa ayuda de los malagueños se oriente a apoyar las actuaciones que llevan a cabo instituciones como Cruz Roja, CEAR, ACNUR, Cáritas, etcétera.

En el ámbito de la acogida de refugiados es importante que profesionales del derecho, personal sanitario y psicológico, traductores, trabajadores sociales, educadores y un largo etcétera, puedan ejercer su labor de forma metódica y sosegada, y que la misma se lleve a cabo en centros que garanticen una intercomunicación eficaz.

Para ello, es necesario que en el tiempo que los refugiados estén entre nosotros puedan disponer de la cobertura de necesidades básicas, alimentación, alojamiento, acceso a los servicios educativos, sanitarios, de movilidad, asesoría jurídica, programas de inserción laboral y de competencias personales, sin olvidar el adecuado fortalecimiento de su bienestar emocional.

En este último aspecto es muy importante garantizar permanentemente el contacto con las familias y seres queridos, tanto en Ucrania como en España, donde residen más de 100.000 ucranianos.

Por último, es vital que al término del conflicto todos y cada uno de los refugiados que lleguen hasta nosotros dispongan del billete de vuelta a su hogar, un hogar que nunca quisieron ni debieron abandonar.

Presidente Provincial de Cruz Roja

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