Opinión | Notas de domingo

Sopapos y vericuetos

Will Smith abofetea a Chris Rock en los Oscars.

Will Smith abofetea a Chris Rock en los Oscars. / Jose María de Loma

Lunes. Temprano va uno por ahí a hacer de reportero, inspeccionar, tomar fotos, anotar asuntos, verificar la ciudad. Tras una hora y pico de caminata y el bloc lleno de anotaciones que nunca entenderé, aforismos sobrevenidos, impresiones urbanísticas, posibles temas para reportajes e importantes ganas de miccionar, acudo a un bar de confianza y escucho las conversaciones sobre la torta que Will Smith le ha metido al presentador de los Oscar. De pronto un señor dice «sopapo». Vaya sopapo. Saborea el término, casi lo deletrea, lo pronuncia con delectación. Sopapo es una palabra que no debe perderse, más fina que guantá, variante de guantazo. La discusión es sobre si todo estaba preparado o no. Lo que no está preparado es mi café, lo cual me indispone un poco el ánimo después de diez minutos de espera. La impaciencia es la sarna del carácter. Pica y te la notan los demás. No es que me vaya a liar a sopapos, pero el estómago protesta. Leo una columna de Ángel Antonio Herrera en la que dice echar de menos los lunes de antes, los de toda la vida, esos rutinarios y sin sobresaltos como un virus o una guerra. O una calima, añado para mis adentros. Cierto. Me pongo a salvo de todo y todos en casa donde paso el día luneando: propiciándome una tranquilidad que tres o cuatro días después ni recordaré. De eso se trata a veces: de procurarse días sin historia.

Martes. A veces se hace una columna sólo por desalojar una palabra que está ahí, dándote la lata por salir, pugnando dentro de ti, ansiosa por verse escrita o pronunciada. Una vez me pasó con «vericueto». Como estaba de vacaciones y no tenía columna escribí una de pega, para no publicar, inédita. Pero mi organismo se dio cuenta de la trampa y pasé dos días con fiebre y un gran malestar por todos, claro, mis vericuetos corporales.

Miércoles. Málaga en sus mercados (editorial Azimut), libro de José Antonio Sau con fotografías de Tatiana Tami. Presentación. Mi director incide en la gran calidad que pueden llegar a tener el género del reportaje. Los que componen el libro fueron publicados en La Opinión de Málaga. Juan Gaitán hace un bello canto al oficio periodístico y el editor, Francisco Javier Rodríguez Barranco, ejerce de maestro de ceremonias y de showman con salero. La noche acaba en Le Grand Café, donde ponen unos cervezones estupendos. Larga mesa con periodistas, amigos, políticos, compañeros de La Opi. Varias rondas. La cosa acaba a esa hora en la que resulta un manjar el pollo frito industrial. Con mayonesa.

Jueves. Charlo con el alcalde De la Torre y con el director de El Confidencial, Nacho Cardero. Salen de almorzar en el Upery Club. Un testigo del almuerzo: «Se han intercambiado claves muy interesantes». Veo allí a compañeros: Pablo Almoguera, José Luis Losa, Agustín Rivera. Han acudido, y organizado con éxito, allí un evento de esa cabecera. Muchos empresarios, concejales, directivos. Pulula también el exconsejero y exmuchas cosas más Paulino Plata, que charla en el elegante bar, uno de ellos, de aire british que tiene el recinto. Me mira y no sé si va a darme un abrazo o a preguntarme que quién me ha dejado entrar. Tras las ponencias (busquen textos o vídeos de José M. Almansa sobre innovación) salgo pitando. Me agobio de camino pensando dónde voy a aparcar. Es entonces cuando reparo en que voy en un taxi.

Viernes. Bajan precio las gasolineras. Los medios informan del asunto. El género periodístico del día es el ‘repostaje’. Almorzando en casa un tomate fantaseo con cómo irá ese conciliábulo al que me habían invitado. Con otro exconsejero. En el Higuerón.

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