Opinión | CALEIDOSCOPIO

Un canto a la vida

Vehículos calcinados en Ucrania en los combates por la invasión rusa.

Vehículos calcinados en Ucrania en los combates por la invasión rusa. / EP

Durante el confinamiento de la primera ola de la pandemia, hace ya dos años, me acompañó entre otros un libro que ya ha pasado a formar parte de mí como todo lo que nos emociona, nos enseña o nos hace pensar. El libro —una novela— es de un escritor griego que vive en Suecia, a donde emigró en los años sesenta y desde donde escribe como si nunca hubiera abandonado su país. Theodor Kallifatides es su nombre y ha estado estos días en España presentando su último libro traducido al castellano, 'Timandra'.

En 'El asedio de Troya', la novela que leí en aquellos días de la pandemia, Kallifatides cuenta una historia que a la luz de lo que estaba ocurriendo en el mundo entonces o de lo que ocurre en Ucrania hoy cobra todo su significado. Una maestra de un pueblo griego ocupado por los alemanes durante la II Guerra Mundial les lee a sus alumnos la 'Ilíada' para que se evadan de lo que está pasando en su pueblo y para que, por comparación, lo relativicen, cosa que logra solo mientras la lectura dura, pues cuando los alumnos salen de la escuela se enfrentan a la realidad de nuevo.

Y la realidad es que los alemanes mandan en el pueblo, maltratan a sus padres y vecinos, incluso matan a 10 de ellos en un macabro sorteo público en venganza porque uno de los suyos murió en una emboscada de la resistencia. La maestra, día tras día, les va leyendo la 'Ilíada' a sus alumnos sin escatimarles las más feroces escenas, esas en las que se manifiesta en toda su crudeza la crueldad humana, que en el relato de Homero son numerosas, y a cuyo lado la de los alemanes parece casi hasta soportable. Cubrir una tragedia con otra es un remedio para la angustia y es lo que cuenta 'El asedio de Troya', que a mí me sirvió para olvidarme de la mía en aquellos terribles días de la pandemia que hoy parecen ya lejanísimos.

'Otra vida por vivir', como el relato 'Madres e hijos', homenaje de Kallifatides a su progenitora, o 'Lo pasado no es un sueño', recordatorio del viaje que hizo de la mano de su abuelo desde su pueblo en el Peloponeso a Atenas en busca de sus padres y del que ya no regresaría a aquel, ahonda en el despojamiento que el autor ha vivido desde que emigró a Suecia y que nos cuenta con sencillez genial. Y también sirve como enseñanza para estos tiempos que corren y en los que la preocupación empieza a hacer mella en mucha gente, harta de la sucesión de desgracias que nos asolan y que pareciera no vayan a terminar nunca. Pensar que una nueva vida nos quedará por vivir cuando por fin pase todo (la pandemia, la guerra, la crisis económica inducida…) puede ayudarnos a sobrellevarlo como a Kallifatides su exilio cultural. A sus 84 años, el escritor griego-sueco acaba de publicar una última novela, 'Timandra', que es toda una declaración de intenciones, pues “el éter espléndido que convivió con el héroe Alcibíades y recogió sus cenizas”, la mujer de belleza excepcional que reunía en su casa a lo más granado de la Grecia clásica, de Eurípides a Sócrates, según cuenta la historia, es un símbolo del canto a la vida, a la pasada y a la que aún nos queda por vivir, que será mejor o peor que la de estos años últimos, pero que es la que nos espera y la que tenemos que no desaprovechar. Porque es la única que tendremos.