Opinión | Las crónicas de don Florentino

Juan Carlos Padilla Estrada

El nuevo líder

Alberto Núñez Feijóo, en rueda de prensa tras una reunión del Gobierno gallego.

Alberto Núñez Feijóo, en rueda de prensa tras una reunión del Gobierno gallego. / CABALAR

Ha sido elegido, como parecía evidente, nuevo líder del PP Alberto Núñez Feijóo. Queda atrás una etapa caracterizada a mi modo de ver por dudas, una estrategia diletante que pretendía marcar distancia con el gobierno, con un gobierno auténticamente Frankenstein, y mostrarse ante los españoles como la única alternativa posible. Eso ha hecho que Pablo Casado diera pasos inseguros en diferentes direcciones pero que predominara la decisión firme de no verse asociado a ese gobierno. Y especialmente a su presidente, un caballero que no ha demostrado fiabilidad precisamente.

Ahora llega el señor Feijóo, aupado por el entusiasmo de sus correligionarios, su gestión eficaz en Galicia, su moderación y la esperanza de millones de españoles que ven en él encarnada la única figura que puede desenmascarar a ese vendedor de humo que ha demostrado sobrevivir una y otra vez a ciento y una encerronas.

Muchas tareas pendientes tiene el señor Feijóo en su partido, singularmente perseguir de manera enconada e implacable cualquier atisbo de corrupción, única manera de que los españoles volvamos a fiarnos de ellos. Pero enseguida se va a plantear una alternativa que puede marcar su futuro: vienen malos momentos, la crisis energética y económica golpea con dureza a la sociedad española y exige medidas correctoras drásticas.

Sabemos que las recetas de uno y otro bloque son diametralmente opuestas: el Gobierno y sus aliados son auténticos defensores del yo recaudo y luego riego a la sociedad con subvenciones y dádivas. El bloque de centro derecha prefiere reducir impuestos, reducir el gasto público y que el dinero esté en los bolsillos de los ciudadanos, con la certeza de que el dinero lo debe manejar quien lo genera, punto cardinal del liberalismo, aún del más moderado.

Todo esto hace difícil el entendimiento entre estos dos personajes, sobre todo si pensamos que ya se empieza a otear el horizonte electoral de las próximas generales y la descomposición de ese bloque contranatura que constituye nuestro gobierno.

Qué hacer, se estará preguntando el señor Núñez Feijóo.

Yo no soy nadie para dar lecciones de nada, pero en mi opinión en este momento de dificultades todos agradeceríamos que nuestros líderes concertaran una estrategia que nos ayudara a los españoles.

Quizá eso esté precisamente en un punto medio entre las posturas de ambos bloques, y hagan falta iniciativas de ambos bandos para sortear esta crisis. Y por eso hemos de pedir, incluso de exigir, a nuestros líderes un entendimiento que vaya más allá del horizonte electoral. Señor Sánchez: deje de gobernar por decreto ley, acérquese al principal partido de la oposición que representa a millones de españoles, españoles que se sienten españoles, y negocie con ellos una estrategia de abordaje de la crisis, no un parche hoy y una chapuza mañana para contentar a los independentistas, a los podemitas o a los nacionalistas. Señor Núñez Feijóo: aproxímese un poco hacia ese gobierno que no tiene usted en buena estima, pero es el que hay. Negocie, pacte, ceda y logre una política más centrada de la que saldría de la influencia de los socios ya conocidos.

De ese modo, además, debilitará usted a los populistas de Vox, ofreciendo entre el PSOE y los de Abascal un gran pasillo central para que la sensatez, la moderación y el sentido de Estado se reinstalen en España.

Quizás así ustedes defrauden a las alas más ultramontanas de sus partidos. Pero lo que es seguro es que contentarán a la mayoría de españoles a los que nos importan pocos las siglas, porque lo que nos importa realmente es nuestro país que se llama España.

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