Opinión | EN REDES

¿Qué pasa con Netflix?

Fisher sostiene que las innovaciones "resultan impensables una vez que el público es reemplazado por el consumidor". La consecuencia es el conservadurismo y el estancamiento. De esta manera, triunfa "la conformidad"

Netflix incorporará 70 títulos internacionales en catalán, gallego y euskera

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La pérdida de suscriptores y la posibilidad de que Netflix haya tocado techo ha ocupado los titulares de la prensa económica durante los días pasados. La compañía que representa el éxito del modelo del entretenimiento vía streaming ha tenido unos datos que, sin ser demasiado negativos, han provocado el hundimiento de su valor en los mercados financieros, hasta el punto de perder en torno a 54.000 millones de euros de valor en la última semana.

He leído dos tipos de explicaciones sobre lo que ocurre o puede estar ocurriendo con Netflix. La primera de ellas se basa en las premisas de la economía de mercado, y sostiene que el modelo de Netflix se está agotando porque le resulta difícil seguir creciendo indefinidamente. A esto se añaden factores como el aumento de la competencia en un mercado cada vez más atractivo (piensen en HBO, Disney+, AppleTV y un largo etcétera de posibilidades regionales y locales, entre las que es necesario citar a Filmin, esa maravilla española dedicada al buen cine y las series de autor). La tarta es jugosa y los comensales aumentan.

Otra posible respuesta a la crisis de Netflix se ha localizado en su modelo de contraseñas compartidas, una idea que trataba de atraer espectadores con el fin de convertirlos, tras un tiempo, en suscriptores, es decir, en clientes de pago. No parece que haya funcionado, o eso dicen ciertos analistas. Entre las soluciones que se barajan está la eliminación de este modelo, la introducción de publicidad o el regreso a la producción de series con más impacto. Enrique Dans, siempre interesante, apunta que a Netflix no le pasa nada, y que la transición de sus altos ejecutivos también puede ser una de las explicaciones del pinchazo, que para él sin duda es transitorio.

Sin embargo, leyendo al fallecido Mark Fisher (Realismo capitalista, editorial Caja Negra), podemos imaginar una explicación alternativa. Sostiene Fisher que las innovaciones «resultan impensables una vez que el público es reemplazado por el consumidor». La consecuencia es el conservadurismo y el estancamiento. De esta manera, triunfan «la conformidad y el culto de la variación mínima, la distribución de contenidos que se parecen muy de cerca a los que ya han sido probados con éxito».

Fisher apunta al plagio por parte de Hollywood (Alien, Blade Runner) del universo Tarkovsky (Solaris, Stalker), películas de culto realizadas en los estertores del régimen de Brezhnev. Si Netflix sólo se copia a sí misma, sus problemas irán a más.

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