La Feria del Libro, regreso al hogar

Observo, en ese plató temporal en el que se configura un trayecto en bus, a una joven ensimismada en la lectura de un libro. Todo a su alrededor le es ajeno. En su rostro contemplo la sonrisa, la duda, el interés, la inquietud y el sosiego; toda una miscelánea de emociones enmarcadas página tras página durante ese corto viaje hacia algún acaso, entretanto, la absorta lectora continúa con su periplo entre las líneas trazadas por el autor. Camino en dirección a la Feria del Libro, hacia la plaza de la Marina, y evoco a la pasajera abstraída en su culto quien me traslada al pensamiento del escritor Adolfo Bioy Casares cuando me advierte que el recuerdo que deja un libro a veces es más importante que el libro en sí. Los libros, como un viaje, se inician con turbación y concluyen con una amante nostalgia.

Inmerso en esa cierta añoranza que consienten las añadas, en esta 51 edición, la Feria del Libro de Málaga vuelve a tener aires de mar, brisa que perfila a la indeleble Farola convirtiéndola en noble testigo de este singular encuentro.

Comienzo el recorrido sinuoso en esta ágora asomada al puerto y pienso en la ‘teoría del círculo dorado’ de Simon Sinek. Este publicista y escritor londinense plantea un modelo que estima tres preguntas elementales que deben estar presentes en cualquier comunicación publicitaria: ¿por qué?, ¿cómo?, ¿qué? Los fundamentos detrás del éxito de una organización se relacionan con la forma en la que ésta revela su finalidad: el Por qué/ Para qué influyen a que otras personas hagan lo mismo, matizando que «la gente no compra lo que haces, compra por qué lo haces».

Así, las 41 barracas de esta feria dan respuesta al porqué malagueños y visitantes se concentran para percibir los prodigios de este orbe. Los libros son el bus, el tren, la travesía. Son el camino y el destino. Son la casa. Regresemos al hogar.

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