Opinión | MÁLAGA DE UN VISTAZO

Fin de era

Pudiera decirse que Málaga es una amalgama de gentes nómadas, emigrantes, itinerantes… que, atrapados por su embrujo, se asientan en ella y cualquiera que experimente el flechazo se entiende con su gente, se hace malaguita y desea vivir la vida con alegría y tolerancia; hasta pueden admirar y compartir tradiciones como la Semana Santa, con sus tronos portados hasta la Catedral, junto a la Judería, el Teatro Romano y la Alcazaba. La historia de la ciudad es tan atractiva como su sol, su naturaleza y modus vivendi.

De esta etapa de la historia que estamos viviendo no sé lo que quedará para la posteridad, pero me temo que puede ser algo como en la escena de ‘El Planeta de los Simios’ primigenia: un icono de la ciudad semienterrado en una playa, azotado por las aguas del mar, pues entre la subida de su nivel y demás consecuencias del supuesto ‘fake’ del cambio climático, parece verosímil.

Lo que me resulta imposible de averiguar es qué icono quedará varado en la playa, pero ahora que volvemos al pelotazo del ladrillo y a consentir inversiones peligrosas de extranjeros que no han sentido el flechazo sino la avaricia, que abandonan proyectos, equipos de fútbol, o lo que sea, cuando los negocios paralelos no les cuadran y los políticos no consiguen aplacar la opinión pública que les otorgue carta blanca, ni bajo promesas de megaproyectos financiados por aquellos para nuestro propio bien (sin mediar comisiones, claro) pues, al menos, espero que no sea el mocho del mamarracho de la machada de la Torre rascacielos del Puerto. Tendría que ser algo más ‘perita’ para el fin de una era, como encontrar parte de un auditorio con forma de sombrero verdialero. ‘¡No ni na!’.

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