Opinión | Música

Sinfonismo a la sombra de Wagner

El último abono de la Filarmónica de Málaga centró la atención en dos compositores decisivos en el desarrollo de la sinfonía, A. Dvorak y A. Bruckner

El director valenciano Ricardo Casero.

El director valenciano Ricardo Casero. / Filarmónica de Málaga

Málaga, 06-05-2022

Teatro Cervantes.

Dirección: Ricardo Casero.

Programa:Sinfonía nº 7 en re menor, op.70, de A. Dvorak y Sinfonía nº 3 en re menor, WAB 103 “Sinfonía Wagner” (versión 1889), de A. Bruckner

La sinfonía es una de las figuras musicales más decisivas en la evolución de la música a lo largo del ochocientos y extiende su influencia en buena parte del siglo pasado ejemplificada en el sinfonismo de G. Mahler (protagonista de la próxima cita con la OFM). En este camino el estudio de la forma, el ritmo o los motivos musicales beethovenianos resultan imprescindibles para entender la gran complejidad y desarrollo de la sinfonía en autores posteriores al genio de Bonn y que llevarán esta forma a su madurez.

Con estos presupuestos el último abono de la Filarmónica de Málaga centró la atención en dos compositores decisivos en el desarrollo de la sinfonía, A. Dvorak y A. Bruckner. Dos genios aparentemente antagónicos con más relaciones que distancias capaces de construir un lenguaje propio sobre la base de una misma figura, la sinfonía. Para la ocasión el conjunto sinfónico cedió el podio al valenciano Ricardo Casero. Director de gran claridad expositiva que denota un profundo conocimiento del interior de la página algo que sólo se consigue en perspectiva y un intenso trabajo con los profesores como así quedó demostrado al término de uno de los programas más atractivos de la actual temporada.

El maestro Casero imprimió carácter y singularidad como ejemplificó en la interpretación de la Séptima de Dvorak en la que buscó el contraste entre los cuatro capítulos que articulan esta sinfonía. Completaban este intenso trabajo el pulso firme y dinámicas oscilantes en la versión leída por el director español de la sinfonía del compositor bohemio apoyado en el decisivo papel desarrollado por las iluminadas secciones de viento con especial relevancia de trompas, trompetas o el clarinete del maestro Blanes -decisivo en la exposición del segundo tiempo- así como una cuerda densa y tornasolada brindando momentos y pasajes de factura impecable como el scherzo todo un ejercicio de medida hasta culminar en la deslumbrante coda del capítulo de cierre.

Bruckner y su Tercera sinfonía ocuparían la segunda parte de este monumental programa de concierto. Escrita a comienzos de los setenta del diecinueve la partitura sufrió diversas revisiones y opiniones divididas hasta la que se supone es la versión definitiva del año ochenta y nueve. Construida sobre el sistema diatónico wagneriano, del que Bruckner es un convencido seguidor, también aparece ya en esta sinfonía el sentido cíclico y sigue ahondando en la densidad de la emisión apoyada en una instrumentación compleja y decididamente monumental como así interpretarían tanto profesores, como batuta y donde nuevamente el sentido contrastante entre movimientos fue otra de las claves del acierto de esta versión de la OFM y la batuta de Ricardo Casero.

Concierto de absoluta referencia que a pesar de la tibia respuesta del auditorio y como también ocurriera en el abono anterior falto de la presencia de un programa de mano impreso.

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