Opinión | Tribuna

Don Fernando

De manera póstuma, a manera de celebración del centenario, la Biblioteca lleva su nombre.

De manera póstuma, a manera de celebración del centenario, la Biblioteca lleva su nombre. / L. O.

Durante muchos años cuando en Marbella se nombraba a don Fernando, no era necesario mencionar el apellido. Estaba claro que se hacía referencia a Fernando Alcalá Marín, abogado pionero en la ciudad y, especialmente, iniciador de los estudios históricos sobre el pasado de la urbe. El pasado otoño se cumplieron cien años de su nacimiento, efemérides que no pasó desapercibida y que alcanzó la cumbre del reconocimiento cuando, hace unas cuantas semanas, se inauguró la nueva biblioteca pública que lleva su nombre. Un nuevo concepto de espacio donde la función de centro cultural se encuentra presente y la iluminación natural adquiere fundamental protagonismo, así como una afortunada ágora de encuentro.

Don Fernando siempre ejerció de marbellero y mostró su amor por Marbella, aunque, como él decía, le «llevaron a nacer a Ronda». Su padre, Antonio Alcalá Calmaestra, era militar y los diferentes destinos le conferían el carácter de la itinerancia, de forma que dos hijos vinieron al mundo en Cortes de la Frontera, dos en Barcelona, una hija en Cádiz y Fernando en Ronda. Su hermano Antonio fue un afamado oftalmólogo en Málaga, además de escritor que ganó el Premio de Novela Ciudad de Marbella; José era un maestro formado en la República y durante años director de la Agrupación Mixta Parroquial, origen del actual Centro Concertado Monseñor Rodrigo Bocanegra, de la Fundación Victoria; Guillermo llegó a ser alcalde de Marbella y falleció electrocutado en un accidente doméstico, cuando intentaba reparar una lavadora. El bisabuelo José María Marín Andrade, conocido como ‘Ciudadano Marín’, fue alcalde de la ciudad en tiempos de la Primera República, famoso por su civismo y bandos dictados. La Guerra Civil propició la venida de la familia a Marbella y la relación para toda la vida.

Fernando estudió Derecho en Granada, como alumno libre. También estudió Bellas Artes. Ambas disciplinas le darían la oportunidad de ejercer como abogado desde 1948 y posteriormente como catedrático de dibujo en Enseñanza Media. Pero si algo caracterizaba a don Fernando era su carácter humanista que le llevó a convertirse en un auténtico erudito y a interesarse por el pasado de la ciudad, abriendo caminos para posteriores investigaciones. su bibliografía fue abundante, desde que en 1952 publicó una ‘Breve Historia de Marbella’. Junto a Carlos Posac fue descubridor de la Villa Romana de Río Verde. Siempre vivió en la plaza de los Naranjos, donde tuvo su despacho de abogado y, al mismo tiempo, de consulta para cuantos requerían de su sabiduría. Su estatura, poco común para la época, impresionaba, pero su amabilidad y cercanía muy pronto se ponía de manifiesto.

El Ayuntamiento tuvo el acierto de poner el nombre de plazuela de don Fernando Alcalá, a la que existe entre la calle Nueva y la plaza de los Naranjos, donde se encuentra la famosa fuente que servía como abrevadero de las reses cuando la plaza se convertía en coso taurino con motivo de las fiestas de San Bernabé. En esta plazuela existió un famoso bar denominado ‘Saint Tropez’, del empresario Bartolomé Bou Salóm, quien también abrió una discoteca en el edificio Mediterráneo. Don Fernando también fue pintor, aunque solamente mostró su obra en una ocasión con la exposición de 2001. Abrió caminos en el género del pregón, siendo el primer pregonero de la Semana Santa de Marbella, del Carnaval y de la Virgen del Carmen. Se casó con Isabel Belón Lima y tuvieron tres hijos: Antonio, que es fotógrafo, Fernando (notario) y Carlos (abogado). Hay un tercer Fernando en la saga, el nieto, que es un premiado e innovador cocinero joven. Don Fernando ganó todas las convocatorias del Premio de Investigación Histórica Vázquez Clavel en la primera etapa. Fue precisamente él quien dio a conocer la figura de Pedro Vázquez Clavel y su libro ‘Conjeturas de Marbella’. El testamento literario de Alcalá Marín es su impresionante ‘Crónica de Marbella’, presentada tras su fallecimiento. Permanecen inéditas sus memorias de la Guerra Civil, sin duda un interesante testimonio en primera persona. Deberá ser una decisión de los hijos si este documento se publica en algún momento. Afortunadamente la importancia de don Fernando le fue reconocida en vida, con la plazuela, el cargo de Cronista Oficial y su nombre para el Centro de Educación para adultos. De manera póstuma, a manera de celebración del centenario, la Biblioteca lleva su nombre. Muy adecuado para alguien que frecuentó muchas de ellas con predilección por la Biblioteca Nacional, donde también encontró las huellas del pasado de Marbella.

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