Opinión | Punto y aparte

Espías

Durante varios años, diversos canales de televisión de pago han emitido la premiada serie The Americans, cuya historia narra la trepidante, a la par que camuflada, vida diaria de una pareja de soviéticos infiltrada en los Estados Unidos de los años 70, con el fantasma de la guerra nuclear siempre en ciernes. En este país pasan desapercibidos como una familia más -juegan a los bolos, comen hamburguesas, acuden a barbacoas...- y tienen dos hijos que desconocen la verdadera identidad de sus progenitores. Para construir este relato la inspiración vino de la historia real de Elena Vavilova, una ama de casa de Boston que, junto con su marido también ilegal (así se conocía a los no fichados por la CIA y el FBI), pasó desapercibida durante dos décadas mientras recopilaba información para la Unión Soviética primero y, luego, para la Federación Rusa. Cuando fueron detenidos en su propia casa, sus hijos no daban crédito de quienes eran realmente sus padres. Sus vidas enteras habían sido una mentira dentro de una supuesta realidad que ahora se desvanecía, ligera, como un castillo de naipes. Años después, su madre lo contó todo en el libro La mujer que sabía guardar secretos.

Guardar secretos y ocultar quienes somos es un don que los humanos desarrollamos con virtuosismo desde hace siglos. Desde crecemos sabemos cómo y de que manera tenemos que modular nuestra manera de ser, de comportarnos, de sentir y hasta nuestro físico para encajar en una sociedad que no te acepta a la primer tal cual eres sino que te establece nítidamente los límites de lo que sí acepta y lo que no. Migrantes, homosexuales, gordos, mujeres, gitanos, ‘otro´ tipo de hombres, negros, personas con discapacidad de cualquier tipo o personas con enfermedad mental han tenido que camuflarse constantemente, reprimir y ocultar quienes eran para no poner en peligro su propia vida. Si no, acababan y acaban ahora todavía en centros de reclusión o en sitios peores. Y cuando digo esto no estoy hablando solo de la sociedad más inmediata que conocemos: abrámonos al mundo y recordemos que en Emiratos Árabes la homosexualidad conlleva pena de muerte o la constante masacre de las mujeres en Afganistán. Pero se oculta quien puede hacerlo y quien diga que jamás se ha ‘tuneado’ en algún aspecto de su vida, miente. Porque solo cuando hay confianza plena en algo o alguien no se miente y el sistema no ayuda mucho a saltar con confianza a la piscina. En ocasiones, no hay ni gota de agua.

Sea como fuere nadie podrá decir que The Americans, que se estrenó en plena era Trump en EEUU, no viene ahora al pelo a tenor del nuevo protagonismo mundial ruso y los episodios de espionaje casero y no tan casero vividos las últimas semanas a cargo de Pegasus. Esta misma semana, además, el periódico británico The Guardian publicaba un interesante reportaje en el que recogía los lamentos de ex altos cargos del espionaje americano por los lucimientos sin discreción que muchos de los actuales responsables del ramo exhiben cada día a raíz de la guerra en Ucrania. «Además de una falta de respeto, es una imprudencia. Siempre estas cosas se han desarrollado de manera discreta, silenciosa, sin alardes», se quejaba un antiguo espía de la CIA ya mayor. Y es que en todas casas cuecen habas. De todas maneras, no baje la guardia estimado lector: los espías están más activos que nunca.

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