Opinión | En corto

¿Tristeza étnica o estado del alma?

Imágenes valen más que mil palabras, en este caso las del desfile del Día de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú, con el contraste entre los apuestos jóvenes de ambos sexos que desfilaban marciales en grandes bloques, exhibiendo sonrisas impuestas a golpe de corneta, y el escaso entusiasmo en los adictos de las gradas, con bastantes rostros sombríos incluido el del propio Putin, abotargado y lento. Tal vez pensara que aquella generación de atléticos soldados, incapaces de tomar tras semanas de asedio una acería defendida por unos cientos de resistentes, nada tenían ya que ver con los de la victoria que festejaban. En cuanto a las palabras, no hubo ahora amenazas, solo una mendaz justificación de lo hecho y el anuncio de compensaciones a las víctimas propias y sus familias. Ni se puede cantar victoria ni conviene, pero las imágenes, por insondable que sea el alma rusa, están ahí.

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